domingo, 1 de abril de 2018

Traducciones

La mejor discusión pública que escuché sobre la izquierda social y la coyuntura, se produjo en marzo de 2017, durante un pequeño, reanimador evento cultural preparado por las organizaciones populares de Acapulco. 
Sus protagonista fueron dos intelectuales orgánicos que representan impulsos indígena campesinos confrontados. Se conocieron en los años setentas, después y a la distancia parecían compartir caminos y realmente estaban enemistados, según desmostraría el distinto destino de cada uno como asesores del EZLN.
Al chocar hoy, sus propuestas pueden resumirse en Movimientos agrarios que intentan empujar dentro de Morena vs Congreso Nacional Indígena en campaña.
Ambos deberían tener otra ventaja adicional en el México político ruín, cuya mirada es patéticamente nacionalista: conocen los impulsos sudamericanos de estas últimas dos décadas. 
Anoche un cuadro procedente de la cultura, que tuvo muy pobre trato con el movimiento social y a cambio rehuye toda complacencia, adviritió contra el optimismo electoral prevalenciente en la estructura de Morena. Lo hizo con abigarrados argumentos que apelaban también a las experiencias sureñas. Su genuino, angustioso llamado a organizarse, caía en saco roto. 
-¿Cómo? -preguntaban los escuchas durante una azarosa jornada y él no encontraba sino respuestas peregrinas. 
Un mes atrás la Lupita de este Último viaje y su corriente dominó el encuentro especial convocado por la CNTE. Nuestra lucha trasciende los votos, declararon en resumen, enojados por el empobrecimiento de una lucha que desde 2013 produce auténticas revoluciones a nivel local, sobre todo en dos estados, Michoacán y Chiapas.
Nadie en su sano juicio dentro de la izquierda social, las clases medias amorfas y sectores empresariales con relativo peso, discute el imperioso reto: detener a una clase política cuya avaricia y estupidez está preparada para llevarnos al caos a fin de salvar el pellejo. Por ello aceptan esa especie de frente nacional que atrae al oportunismo sin importar ideologías. 
No hay en este último asunto nada que nos vincule a la batalla continental ni al proceso propio iniciado con la Revolución de 1910.
Lo que sucede dentro de Morena en los estados cuyos secretos se me abren, es desatroso. 
¿Donde buscar un referente universal mexicano? En las organizaciones populares que no se rindieron o apenas nacen. 
Y así las enseñanzas de Filiberto y el Santo Lugar siguen vivas. Curiosamente a través suyo llegaron dos procesos. Uno, mundial, que entonces maduraba en nuestro mismo cono sur: Freire, la teología de la liberación. El otro nos relacionó con lo que las guerrillas urbanas pasaron por alto: los magonistas, Zapata, Villa, Carrillo Puerto, la Liga Nacional Campesina, la CGT anarcosindicalistas, el cardenismo. 
SIGUE