martes, 24 de abril de 2018

Los versos más tristes

Para mí no hay tema más delicado que el que toco aquí. Lo hice llevado por una pesadilla recurrente desde hace mucho. Hoy en verdad tiró a matar la desgaciada. Decía No existes, no has existido nunca, pues hasta tu mejor obra se reclama nada. Escribí gritando por reivindicarme y sobrevivir y quise compartirlo con los fieles veinteséis hermanitas y hermanitos a quienes encuentro en FB. Dadiv leyó todo y dos queridísimas amigas pararon a las dos líneas para defender el famoso poema. Di inútiles explicaciones, sin descubrir más que lo que el grito, en su comedimiento, necesitaba, y siguieron argumentando. 
Jamás hago poesía, aborrezco intentarlo, les aclaré. Me refiero al sufrimiento, y continuaban en lo suyo. Cuando llaga, el dolor desborda las palabras -puse al fin, no había respuesta y traje lo pimero a mano sobre un tema que conozco.
No existen las palabras, mataron las palabras. Inimaginable eso. Por eso Hiroshima mi Amor no se cansa de repetir una  frase: "Tú no estuviste en Hiroshima". Porque esa tragedia no puede contarse, ya no digamos volverse poesía o novela. 
Agregué dos párrafos escritos por sobrevivientes del fascismo alemán:
“... los que no han vivido esa experiencia  nunca sabrán lo que fue; los que la han vivido no la contarán nunca; no verdaderamente..."1
"No puedo encender el fuego, no conozco la plegaria, ya no sé cómo encontrar el sitio en el bosque, ya ni siquiera sé como contar la historia. Lo único que sé hacer es contar que ya no sé cómo contar esa historia”2.
Feisbuquear se llama el juego al cual se dieron mis estimadísimos.

Vaya cursilería, don Pablo, de usted, tan gran poeta y cruzando tiempos tan negros: "Puedo escribir los versos más tristes esta noche"*. Qué pobrísima frase, por una enamorada. Bueno, puede entenderse si era a Ella, no importa su nombre. El amor pequeño, divertimento, bombón, para entre comidas, cuando uno se rasca no la panza sino los huevos, pues eso hacemos los machos, dejémonos de eufemismos. 
Duelen otras cosas: la muerte, el hambre, esta basura que construimos, los hijos. 
Durante mi último viaje, la verdad más amarga dicha a lo crudo. Luego todo sale sobrando. Convence a los sueños, vate, y su dale y dale. Estuve en el paraíso, aseguro no sé cuántas veces por aquí. Solo. Menuda forma de vivirlo.
No más mentiras y una advertencia a cambio: en verdad ahí anduve. Yo sí. Nadie, absolutamente nadie, escuche bien, Neruda, podrá incluso sugerir mi inexistencia. 
¡Ni perdón ni olvido!, gritamos por nuestras tierras en los presentes días. Este hombre declara: No tengo desaparecidos. Llame por teléfono si gusta, encontrará enseguida el número. 
Cada quien se vuelve sombra a su manera. La mía merece respeto. 
Descanso al fin. Y ustedes, sueños hijos de la chingada, jeje, jodan a algún pendejo más, se pasaron conmigo. Al Pablito bajo tumba, por ejemplo, jeje.


1. Tedoro Adorno.
2. Jean-François Lyotard
*El poema fue escrito a los dieciséis años. ¿A esa edad, como dice David, todos tenemos derecho a la cursilería? Si hablamos de un amorío, solamente. Y no estoy muy seguro pues nadie conoce tanto sobre desesperación como los adolescentes. Cuando estos se revuelven por el ser amado en realidad están haciéndolo por todo, en ese aterrador espectáculo al cual llegan.