sábado, 14 de marzo de 2020

"La revolución mundial se hará en cuanto sea"

 

Así dijo nuestro líder Maoro y a punto de ser llevado a juicio mi cabello no permanece en su lugar, claro.
-¡Gulag, gulag! -piden para mí los estalinianos que se colaron en el movimiento. 
Vuelvo a leer las palabras del santo varón: Amor, sexo, todo ha de subvertirse.
 Y me quedé a medio camino.
-¡Te quiero como quien soy: un demente! -grito a quien debo, intentando salvarme. 
-Lástima, Margarito -responde y los mexicanos de cierta edad sabemos a qué se refiere.
-¿Qué coño pasa aquí? -tercia el abuelo, furioso como pocas veces he visto. -Mira esta viñeta.
-No compliques la cosa -le pido.
-¡Hincado! -demandan unos y otros.
-¿Tú también, cielo mío? -digo a la pluscuamperfecta en mientes. 
Encoge los hombros, desentendiéndose.
Ella no es monja en este caso, jeje.
-"Llamé al cielo y no me oyó" -toca recordar por una frase de cierta famosa y torpe obra teatral.
-¡Para! -desespera Belarmo.
-No puedo.
-Hay mucho por hacer también con ella. 
-Pero...
-¡Aleja esa conjunción maldita!
-¿La de mi dama y yo? -pregunto.
-¡Obseso! Me refiero a "pero".
-Había ganado el cielo, mentor.
-¿Sabes cuántos mueren cada día...?
-Sí, no salgas con esa cantaleta.
-¿Cantaleta? De esta no te salvas.
-No más carrujos de dinamita, por fa. 
Como soy su nieto, el minero bronco echa el carrujo a distancia prudente y solo tres o cuatro esquirlas penetran mi ya mellado cuerpo. 
-Contigo hasta la muerte, amor. Aunque sea en nuestra revolución mundial común y corriente -le digo a P y no al abuelo, desde luego, jeje. -¿Sí? Bueno, quizá...
"La imaginación toma el poder", era consigna durante el mayo francés. Subvirtamos hasta la última piedra, sin faltar amores y pasiones.