lunes, 17 de febrero de 2020

Fugger y la ira de Dios

Esta es una de las películas mayores dirigidas por Werner Herzog. Debería ir en su idioma original porque doblada pierde fuerza. 
El título es fidelísimo y alude no al poseído, Aguirre, sino a quien ordenó su comportamiento: el Señor, que guiaba a la cristiandad latina y padre del Renacimiento. 
Como ese psicopata, según gustan llamarlo ahora, había muchos en nuestra América recién conquistada-inventada. Digamos, Diego de Velázquez y compañía -véasa el Haití cuadernoso. 
Abundan también en Mesoamérica y hacia el norte "chichimeca" y nosotros, centralistas a grados también demenciales, pareciéramos tener uno solo, contracara de Cortés: ese Pedro de Alvarado a quien respondieron los castellanos durante la Matanza del Templo Mayor, recogida con horror por La visión de los vencidos.
"Pues algunos intentaban salir: allí en la entrada los herían, los apuñalaban. Otros escalaban los muros; pero no pudieron salvarse. Otros se metieron en la casa común: allí sí se pusieron en salvo. Otros se entremetieron entre los muertos, se fingieron muertos para escapar. Aparentando ser muertos, se salvaron. Pero si entonces alguno se ponía en pie, lo veían y lo acuchillaban.
"La sangre de los guerreros cual si fuera agua corría: como agua que se ha encharcado y el hedor de la sangre se alzaba al aire, y de las entrañas que parecían arrastrarse.
"Y los españoles andaban por doquiera en busca de las casas de la comunidad: por doquiera lanzaban estocadas, buscaban cosas: por si alguno estaba oculto allí; por doquiera anduvieron, todo lo escudriñaron. En las casas comunales por todas partes rebuscaron."
Tras esta acción don Hernán, que debió salir de Tenochtitlan unos días, montó en cólera, aseguran.
Mientras, Jacobo Fugger, desconociendo el hecho, se frotaba las manos en su celebración.
Después Alvarado comandaría a los adelantados en tierras del Popol-Vuh. 
-El péndulo de Foucault -susurra Óscar a mi oído.
-¿Cómo?
-Busque ahí.
Le hago caso y al azar encuentro unas frases: "Me estaba preguntando quiénes somos nosotros. Nosotros, que pensamos que Hamlet es más real que el portero de nuestra casa”. Y luego: “Los desastres bursátiles se producen porque cada uno adopta una decisión equivocada, y la suma de todas ellas crea el pánico. Después el que no tiene nervios de acero se pregunta: ‘¿Quién ha urdido esta conspiración? ¿A quién beneficia?’ Y pobre del que no logre descubrir un enemigo que haya conspirado, porque se siente culpable”.
-Óscar, -respondo- suena muy interesante, pero...
-También El cementerio de Praga.
Me asomo al libro. Hay un prólogo: "Nada es lo que parece ni nadie es quien dice ser".
-Creo entender pero como jamás leí a Eco...
-Anda usted sobre su marxiano "todo lo solido se desvanece en el aire", ¿no? Pues ahí está la confirmación del origen, me parece.
-Déjeme pensarlo. Conspiraciones templarias... ¿Sabía usted que esa orden quizá sentó las bases para los modernos sistemas financieros?
-Sí, justamente.
-Sigo sin entender cómo en dos siglos Europa pasó de Las Cruzadas a tener enormes riquezas que se manejaban desde ciudades abiertas, con trazas reticulares, sistemas para liberar deshechos... y enseguida a la materialización de Merlín.
-Lea Q, de Luther Blisset, pseudónimo del colectivo italiano que luego se llamó Wu Ming. 
-"Q nos ofrece un viaje a través de la Europa más conflictiva en los 40 años que abarcan la historia (1515 - 1555) que nos llevará de Alemania a Venecia pasando por otros muchos lugares", dice ahí.
-Hágame caso.
Entretanto regreso a quien me guió hace treinta años. Empieza así: "La expansión europea es la explosión planetaria de la cristiandad latina en detrimento de la misma Europa, o más exactamente, el gran cambio acaecido en el diálogo del hombre y del espacio".