jueves, 15 de agosto de 2019

Indiciada

La ahora indiciada pertenecía a la secta política cercana a mí. Algo más joven que yo, supimos
uno de otro, poquito. Nació el partido hoy gobernante por interpósita figura y ella hizo productiva carrera. 
Necesité trabajo cuando de forma reconocida la izquierda triunfó electoralmente en lo que fuera y no resultó cualquier cosa: nuestra gran capital. El último de tres años la ya señora, R, quedó al frente. 
Di lata y lata por una taquillera del Metro a quien sus siniestros dirigentes sindicales ordenaron violar, según presumíamos. R no quiso echarse bien a bien el tiro con ellos, quienes amenazaban descarrilar vagones debido a otros motivos, pero abió un juicio. 
En los tres años siguientes nada parecía detener su camino a la presidencia. Manejaba masas como si fuéramos bolillos y a lo repentino para un estúpido como yo apareció el quid. La madame jugaba en grandes ligas sin que se supiera. 
Nuestro Lady MacBeth masculino, alias el Ratón, estaba relacionado vaya a saberse cómo en el asunto, y así hasta Fidel Castro, siempre forzosamente involucrado en los México affaires.
Tal vez un día conoceremos la real historia que vivimos a lo Corin Tellado: Se enamoró, al tipo ni Matahari le hacía sombra... 
A partir de entonces este país descubrió a su más siniestra mujer... a la vista.
Sus mejores viejos amigos percibieron desde el principio una ambición singular. No basta para explicarla, creo, y sirve entonces esa sentencia que detesto por simplona: el poder corrompe y el poder absoluto... 
¿Cuándo adquirió, señora, tal capacidad para pasar sobre cualquier norma? Imagino que al asomarse a aquéllos circulos la contagió su máxima: solo unos cuantos deciden, no importa qué tanto esfuerzo se ponga en otra cosa.
-Madura -habrá pensado. -Ser socialista de joven es una tontería enaltecedora. Luego viene el a Lo que te truje, Chencha. 
Días antes de descubrirse la trama con quien Ovidio aleccionó -ando particularmente mamón-, esa chata acudió a una charla con sus antiguos camaradas. 
Fui por casualidad y le creí todo:
-Estoy muy sola, necesito de ustedes para guiarme. No he hecho nada reprobable. Confién en mí y ayúdenme.
No, pues ya estaba metida hasta las manitas en quién sabe qué cochupos. 
¿Se le cayó el mundo encima al divulgarse el asunto? Solo Salinas, creo, era ya tan hábil como ella. 
Para gente de mi estilo, R saltó al último círculo entre los infames, cuando fue a sacarle las castañas que ardían al entonces gobernador Peña Nieto en una cuestión delicadísima: el súbito crecimiento exponencial del feminicidio en ese estado. 
-Tranquilo -le dijo. -Esto se maneja con los medios. Basta sepultar las cifras bajo el silencio.
Y así quien poco antes parecía próxima, segura primera presidenta nacional, terminó por despejar puertas a nuestra peor plaga.
¿Pagarás?
"Arrestada Rosario (...) La justicia mexicana ordena prisión preventiva contra la exfuncionaria por dos meses para ampliar la investigación de una trama de corrupción."
AMLO siente por ella un odio histórico, previo, me parece, a las malas anzandas -era el peor obstáculo en sus pretenciones, ¿no?-. Quizás y muy apenas quizás...