viernes, 13 de julio de 2018

Frivolidad, tino, clases...

Aquí intentaba jugar, haciendo un esfuerzo de entendimiento. Fui a la vez frívolo y atinado.
Anoche pasaron este programa: "AMLO y el EZ" https://www.rompeviento.tv/?p=49504. Al conductor debe hacérsele poco caso y del segundo personaje no sé qué decir, pues representa al zapatismo universitario, que respeto por algunas hermanitas y hermanitos y nada más, en tanto refleja el desafortunado proceso en torno a los insurgentes chiapanecos. 
De éstos no diré palabra porque tengo versiones encontradas y una mínima seriedad me obligó a acompañarlos de lejos, con otros miles a quienes nos descubrieron que las comunidades indígenas no estaban condenadas a desaparecer y así su rica herencia iba más allá de darnos al México profundo, sin el cual seríamos nada. 
Interesa el tercer participante, Omar García, durante un tiempo vocero de la Normal de Ayotzinapa. Por azar me consta cuán acosado se sintió cuando las izquierdas radicales se acercaron a ella y a padres y madres de los desaparecidos. 
No asistí al proceso y desde mis inicios como activista del movimiento social tiendo a despreciar a lo que llamábamos sectas. Entonces eran voraces, intrascendentes oportunistas o eficaces cuadros con muy pocos principios. Después vi a algunas convertirse en tribus del PRD, mientras otras daban forma a proyectos confusos.
Reconozco: no sabía o mal estimaba lo que aportaban, cuando menos tales y cuales, antes y durante el trayecto.
Si bien no a solas, en conjunto fueron garantes del pensamiento revolucionario y todavía tienen un rol nada despreciable en el propio movimiento social. 
El EZ y el Congreso Nacional Indígena que contribuyó a precipitar, merecen admiración, quitando posibles excesos del primero. No son bocas flojas y les debemos en gran medida la noción que guía nuestras utopías: democracia horizontal, autogestiva, comunitaria.
No hago columnas periodísticas, apenas un blog perdido entre millones, cuya función es animar la discusión con mis cercanos y de paso informar un poco, nada más que un poco, a quienes leen en países donde el nuestro seguramente aparece como galimatías. 
Según se observa, también lo es para mí. ¿De qué estás compuesta, Red de agujeros?, explícame tu comportamiento, por favor.
Publicaron un artículo a primera vista interesante:
El tejido de resistencias que derrotó al PRI (http://www.jornada.com.mx/2018/07/08/opinion/008a1pol). 
Podría pensarse que tengo una oportunidad excepcional para conocer a fondo nuestra sociedad, investigando el cardenismo. No es así porque trabajo casi solo con bibliografía y dispuse de relativamente poco tiempo. 
Óscar publicó meses atras un serio trabajo sobre los comunistas en México desde su aparición. Contra lo que él quizá opina, comprueba cúan marginales o puntuales fueron, quitando ciertos breves períodos. Una historia distinta debió empezar tras 1968 y no sé cuánto lo fue. Si atiendo al inmediato posterior auge obrero y contra las afirmaciones de mis antiguos similiares y conexos, jeje, creo que tuvo un rol sustancial y no determinante. 
Sí, yo pertenecía a una organización de ideología muy vaga. ¿Eso nos permitió vincularnos a un número incomparable de trabajadores? Resultaría sintomático, ¿verdad? Afirmo por ahí que nadie se me igualó en compromiso, midiendo en horas y relaciones emocionales. Otras y otras pequebús borraron sus señas de identidad, para vivir y emplearse en barrios y fábricas, concedo, y a nadie más que a Leopoldo y sus semejantes, obreros de origen, les reconozco un muy superior conocimiento, pues aquéllos veían desde marcos teóricosy solían despreciar la lucha reivindicativa, dedicándose a preparar cuadros para el incierto futuro que esperaba treinta o cuarenta años después, cuando ellos llevaran décadas lejos, regresados a sus destinos naturales, a veces abjurando del pasado.
Encontré a Leopoldo tarde. Por un momento fue el mimado en la secta que lo coptó. Luego resultó demasiado asalariado, jeje. ¿Y mi "barrio solidario del futuro"? Quedó en nada porque a plomeros, torneros, peones, los arrastró el descomunal peso de la realidad, y los dizque amigos maoístas, completos inutiles mientra estuve alli, que evitaron mi vuelta, hicieron hasta lo indecible por desaparecerlo.
Hubo una compañerita encargada de comunicarme la sentencia con un Hay dos tipos de clases medias y tú no perteneces a las populares. O sea, no eran proletarios sino profesionaless y universitarios que nacieron en colonias menos afortunadas, en quienes encarnaba la utopía, conforme rezaban secretas obras de Mao, Lenin, el mismísimo Marx. Nos vimos por última vez cuando inscribió a su hija en la más cara escuela polanqueña. Norteña, estaba de plácemenes porque sus familiares estuvieran abiertamente asociados al cartel correspondiente. Etcétera. 
Leopoldo perteneció a la tendencia troskista más inteligente en la incoporación de su gente al movimiento obrero. Por buen tiempo tuve más tarde como guía moral a una ex compañera suya. Se fue alejando conforme adquiría compromisos en el Congreso nacional, a nombre del sindicato al cual estaba afiliada, y luego pasó al área de gobierno presidida, ni más ni menos, por Mancerda. Respeste en todo el zizagueó que hizo y una mañana apareción en las páginas a mi cuidado en redes sociales, para con increíble mala fe hacerme preguntas. Le resultó un boomerang.
Transparentísimo desarrollo de nuestra izquierda radical. Sumemos recientes batallas campales que pretextando defender posiciones encontradas, en realidad se jugaban espacios secuestrados a las universidades para su sustento político ¡y económico! -tienditas, fotocopiadoras y estanquillos por el estilo, que a más de uno le dieron para tener auto o casa. ¿Y los vividores de la academia, que siguen sin dar golpe en ella pues, creánlo o no, el régimen proporciona puestos reservados a la izquierda? 
Lo más delicado me lo guardo, por prudencia.                  
SIGUE