martes, 2 de octubre de 2018

El debido año

Qué onda con ese tono, quitando incluso lo
sabiondo: En mis obras completas -carraspeo...
Me perdono los posibles errores de apreciación, imperdonables. El resto no tiene disculpa ni por
quijosotoso.

Se van los cleptócratas y la violencia crece, informan. No volví a tocar el tema desde que al hacer Julio César Mondragón detuve por enésima vez La casa del horror. Fue un acierto escribirla, aunque quedará en nada con sus doscientas mil aprobaciones. Hay mucho material allí y se remonta a 1985, más o menos.
Mientras el régimen político se desarticula, Obrador y los legisladores de Morena hacen avances sustantivos, parece, para fracasar después, creo. ¿Feché mal y no estamos en 1911 sino cuando la izquierda electoral nacía: 1988? No, pues nuestro criollo capitalismo del fin del mundo cumplió. Visto así era inevitable que sus agentes gubernamentales desaparecieran. ¿Qué nos espera?
-La transición democrática ha terminado -dicen protagonistas y opinólogos hasta ahora críticos. 
¿Realmente lo piensan? Observen cuánto caos alrededor, empezando por él partido dominante, sin pies... ni cabeza, iba a agregar y ella no solo persiste: alcanza tamaños monumentales, siquiera hasta tomar el cargo. 
Dulce interregno este. Luego tal vez deberemos pensar de nuevo en 1910, momentáneamente quizá. El balón siguen teniéndolo los grandes capitales, y nuestro movimiento social, pobre según todo indica, quién sabe si logre disputárselo.
Esto no es Venezuela 1998 o Brasil, Argentina, Bolivia años 2000.
¿O no, Casa del horror?