martes, 25 de septiembre de 2018

Una semana

-Parecemos asistir a la revolución.
-Aseguraste que eso era, abuelo.
-No todavía.
-Te contradeciré por una vez.
-Bueno, sí, tienes razón, de cierta forma.
-Ninguneas a mi tiempo y mi gente.
-A ellos los respeto, tú exageras.
-Quiero los documentos.
-¿Cuáles?
-Esos que traes del futuro.
-Servirán después, no ahora.
-¿Cuándo?
-Calla y sigue arreando.
 
Para prueba, una semana. Tomaremos esta carretera a tramos, y luego otra, en cuatro días que deberían ser seis al menos y así visitar dos poblaciones más. El resto del viaje, tan revelador como su primera parte, será por nuestra ciudad, sábado y domingo.
¿Los opinólogos realmente creen entender? Sí, de entresijos palaciegos, previsibles ahora. El país se les escapa, resulta un Petrogrado que transcurre en la Duma, o China 1948 vista desde la cafetería pequinesa donde despachan, o Cuba reporteando al Che entre wiskie y wiskie del Copacabana. 
Cuando el lunes rinda mi pálido informe, nadie hará caso y lo dejaré apenas empiece, pues Es mucho lío eso y no sirve, dirán.
-Allá ellos -pensaré rumbo a la segunda gira, monstruo urbano adentro. 
Y no anduve en el Mekong ni asfixiaron a una anciana para que revelara la ubicación de los gerrilleros. Ahí nomasito fui y a seguir historias sin mayor notoriedad en estos tiempos entre instancias populares y gobiernos secundarios. Entramados, pues, que al mirarse por dentro bastaba sentirlos, si bien no faltaron pequeñas revelaciones para reconstruir el castillo en recomposición del cual forman parte.
Hasta mafias criminales y fuerzas públicas parecían sosegadas y nuestro único riesgo fue un camino por hora y medio vacío, que proyectaba sombras cuyo origen podía estar allí mismo o muy lejos, sierras arriba.
Mi abuelo dice que todavía no empezó la revolución y no veo sino eso, subversiones. Algunas son silenciosas o comedidas y juntas todas advierten: No hay regreso. ¿Sí? Me informo nuevamente sobre el país hacía lo alto y escucho a una periodista argentina que cumple ochenta y tres años y presenció los inicios de la política imperial hoy en mutación, según ella misma.
El caso, como vale llamar al de Odebrecht, se abre sin reservas para nosotros, que fuimos timados por partida doble, descubriendonos tramas y personajes mucho mayores. Un mexicano en Suiza resulta ahora la clave. 
¿Recuerdan aquél famoso diálogo telefónico hace tres años?
-Pídeselos.
-Pero esos miles de millones están presupuestados para 2024.
-¿Y? ¿Tú y yo estaremos aquí entonces?
La grabación fue pasada por involucrados que se permitían el lujo de denunciar un fraude tan ñoño.
Todopoderosa durante casi cinco décadas, hoy la basofía humana queda expuesta y a mano. 
-Eso es revolucionario, creo, Belarmo.
-Solo si los tipejos terminan en prisión y sus haberes van al erario público y sirven para terminar esta porquería. Y no sucederá. 
Tiene razón. De noche dos hermanitos míos leyendo un manual soviético auguran la revivificación del movimiento obrero. Me pongo furioso. El capitalismo no bromea. A los trabajadores y trabajadoras que sirvan al sector estatal se les despejarán anchas puertas. Industrias y empresas extractivistas son otra cosa. Con ellas será la última batalla.           
-0-
-No mires -digo día a día cuando atravieso el escenario político nacional. -Bastan los ecos. -Sus coros gritan alternativamente.
-¡Qué vergüenza.
-¡Llévenlos al cementerio de héroes patrios! Muy lo ganaron con la votación de esta mañana.
-Los Malditos se van en dos días y no paran. Hasta las Ladies MacBeth salvarán el pellejo.
Obrador desborda su papel y parece una figura irreal. No vayan a embarrarlo, pues al menos por ahora necesitamos de él.  
-¿Quiénes?
-¿Qué?
-"Necesitamos de él."
-Nosotros, la abstracción llamada pueblo.
-Muy poco marxista eso, creo.
-¿Me hablas a mí? No, yo no soy... bueno, tantito sí. En todo caso...
-¿Hablas por el pueblo? 
-Al figurarse, y para ya, Preguntón, que los agentes de cambio cumplen un cometido y desaparecen.
SIGUE