lunes, 15 de octubre de 2018

Lxs pretendientxs

"Sur, geografía profunda", llaman nuestros cuadernos a las tierras del gran, milenario secreto. Su adelanto está donde mi patria prometida, en los lugares que frecuenta Red de agujeros
En éstos hay un personaje a quien observo maniáticamente, declarándolo o no. A ratos caudillo, otras simple cacique, nos lo topamos ya como sombra. Primero por el vado que sirvió para asesinar a diecisiete campesinos, pues iban al poblado que lleva su nombre, y después sobre la calle por la cual subían quienes desaparecieron durante aquel infierno, bautizada también para recordarlo.
Protagoniza un libro de historia patria escrito por mí, lo cito en otro, no quise echarle el ojo bien a bien y estoy seguro: abrió puertas para Malditos y Pretendientxs -avanzamos, ya ven; con éstxs vale la perspectiva de genéro- tratados así por GZ:
"El sistema tiene un efecto educativo; las masas aprenden que para resolver sus problemas, el mejor de todos los caminos es recurrir al intermediario o procurador oficial (...) Aprenden que los partidos de la oposición resuelven los problemas de la oposición, no de las masas, y solo se les acercan (...) en casos de desesperación..."(1)
Un simplón lenguaje cifrado y lo no dicho nos sirven, nietos, para evitar lugares comunes y propósitos de saberlo todo. Décadas tomo a GZ formular esa tesis muy compleja aunque parezca sencilla. Se resumen en ella los doscientos años transcurridos desde que Juan N. Álvarez, el personaje a quien me refiero, hiciera sus pininos políticos. Era pionero de Lxs Pretendientxs, otra torpe categoría con la cual acercanos al hoy temporalmente partido hegenónico. Temporalemente, digo, porque nació sin futuro. Fueron "oposición" excepto en nuestra ciudad recortada, donde a cada unx se le hizo posible volverse "intermediario o procurador oficial"
Los conocí lo sufiente para advertir a Fernanda  que sus padres, empeñosos pequeños propietarios, no estaban desencaminados cuando en las últimas elecciones les temían. Arribistas por naturaleza, como Juan N., sin preparación profesional ocupan cada vez más espacios públicos y, careciendo de las habilidades que producen Malditos, saquearán sin habilidad o con mesura, según aprendieron en treinta años.
Los conocí y vuelvo a sufrirlos. La gente empuja con el enorme aliento que reunió y ellos, sus beneficiarios, se preparan a detenerlos.