"Me escondí en el rincón más oscuro, detrás de un arcón, y vi desde allí cómo mi madre, suspirando y rechinando los dientes, se revolcaba en el suelo, en tanto que la abuela, afanándose solícitamente a su alrededor, decía, llena de bondad y de ánimo:
-¡En el nombre del Padre y del Hijo!... Tómalo con calma, Bárbara Variuscha ... Santa Madre de Dios, abogada nuestra (...) Yo estaba muerto de miedo..."
Quien habla es Alexei, un niño de Nizhni Nóvgorod o Ciudad Nueva de Abajo, en el Distrito federal del Volga, al occidente ruso. Nuestra Corte lo encuentra hacia los años 1860 gracias a Máximo Gorki, el escritor, quien con él representa su infancia.
Más o menos así topamos con Shen, obsesionados en encontrar iguales a nosotros, ahora porque nos abruma el desconocimiento sobre Rusia, esa vastísima realidad que no comprendemos.
Seré sincero: dar con él fue un acto dirigido, que se relaciona con los populistas revolucionarios del siglo XIX en tierras zaristas, quienes no aparecerán por ello.
Hay prisa ahora, al llegar a 2023, y falta tiempo para entender esos agitados años que tal y cual sugieren como hito de los movimiento sociales modernos. Por el mismo camino llegaron Shen, Mohammad y sus hermanas, Dersu Uzala...
Las y los primeros no son seres imaginarios, incluyendo al que renombramos Bryan y su madre.
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