viernes, 31 de enero de 2020

Ni Descubrimiento ni Encuentro ni Conquista. ¿Más que una invención?

-Permíteme tirar un discurso sin interrupciones, abuelo... Oh, oh, no contesta. 
-Que no lo moleste -grita alguien a lo lejos. -Esta insurrecionando el África Negra.
-0-
Al cabo del día Belarmo llega y no le muestro esto que hice para refrescar ideas. Debo dar una charla porque no queda de otra. ¿Perdí el tiempo? Quizás y en todo caso no importa. Iniciamos un puente vacacional y mañana será mañana, ¿no?, jeje.

Lo que sucede con la expansión ultramarina europea tras 1492, no puede compararse siquiera a nuestros modernos viajes por el universo, dice un historiador estadounidense: es la mayor mutación jamás habida en el espacio y tiempo humanos.
Los americanos probamos cuán absurdo resulta llamar "descubrimiento" al trabajo de Colón y sus continuadores. Luego quisieron endulzarnos la píldora reabutizándolo como "encuentro". Y yo no creo que baste con llamarle "conquista". "Invención", le puso Edmundo O´Gorman en un soberbio trabajo y ya no sé si alcance tampoco con este término. 
SIGUE. NOMÁS HAY QUE PONER EN LETRAS EL CHORAZO QUE LAS PAREDES ACABAN DE ESCUCHARME. EN CUANDO A ESE ABUELO QUE SE FUE SIN MI PERMISO... ¡NO!
Retomo. 
Desde que la tierra se dividió en dos, ambas partes permanecieron sin más que los contactos previos al proceso civilizatorio. Así, por un lado, desarrollaron naturalezas singulares y en lo luego llamado América no hubo, pongamos, animales para tracción: burros, caballos, camellos, elefantes... Por otro, no tuvieron mínimo conocimiento de las civilizaciones que cada una creó: cuatro en el Viejo Continente y dos en este nuestro.
Hasta ese año del Maléfico, como a Belarmo y a mí nos gusta llamar al 1492, no saben de su mutua existencia.
Las grandes culturales africanas, asiáticas y europeas registran todo pormenorizadamente, pues eso permite a sus élites mantener el poder. Y todas tienen al océano como uno solo, vastísimo universo que aterra. 
Hubo posibles viajes desde allí a América, como los que se dice hicieron los escandinavos cuando entre los siglos VIII y XII decidieron aventurarse más allá en sus extraordinarios, ágiles navíos. O los probables desde islas del sudeste asiático que sobre barzacazas sin vela, aprovechando una generosa corriente, colonizaron Haway y así estaban en condiciones para alcanzar territorios americanos. Serían empresas episódicas, en cualquier caso. 
Los chinos tenían cuanto necesitaban para ir adonde fuera, excepto las razones. El exterior representó siempre más bien una molestia y no por nada erigieron su gran muralla.
Ese esplendoroso mundo donde nació el papel, la pólvora, la imprenta, etcétera, proveedor de sedas, perfumes y cuanto los pudientes internacionales demanaban, jalonaba una ruta comercial sin comparación, cuyo acceso el cristianismo latino era incapaz de controlar pues estaba en manos islámicas, que crearon un corredor inigualable hasta entonces, partiendo desde el borde atlántico.
Resultaba chistoso, por ejemplo, ver cómo el genovés Marco Polo iba pena tras pena con hermanos carnales muertos a sus espaldas, para asomar al ansiado imperio, cien años después que Ibn Battuta, musulmán tangenino en compañía de ricas caravanas, al completar un recorrido tres veces más largo.
Al papado romano y los reinos bajo protección suya no quedaban sino las monstruosas aguas del Mare Incognitum. Portugal inició la tarea en 1415 por el borde mediterráneo, hasta doblar el Estrecho de Gibraltar rumbo al sur. Iría costeando Africa hasta que ésta quebrara, pronto, sin duda, pues según los mejores geógrafos el Sahara calcinaba toda factible vida. Con doblar a oriente caerían así más o menos a espaldas de la península arábiga y ¡bingo!, imitarían a Simbad, digamos burlándonos un poco.
-Ah, Índico, ya te tenemos -exclamarían los descencientes de Enrique el Navegante.
Para ellos no había esa prolongadísima cola luego inscrita en mapamundis y cuando con pena la descubrieran, ni modo, seguirían pegaditos a tierra, sin retar la ignota bestia acuosa.
Lo lograrían una vez que todo estuviera perdido. Tras la primera empresa colombina.
-Mucho preámbulo.
-¡Mentor, volviste!
-Sino quién te controla, jeje.
-Bueno, a lo que nos truje. 
Esa "mayor mutación jamás habida en el espacio y tiempo humanos" empieza a producir lo que pronto Mogtaigne observará: "Nuestros ojos son más grandes que nuestros estómagos  y nuestra curiosidad es mayor que nuestra capacidad de entender. Creemos asirlo todo y apretamos solo viento."
Al conquistar los grandes mares las distancias colapsan y quienes sirven de avance a Europa en el "Nuevo Continente" encuentran realidades profundamente otras, solo comprensibles si se pone atención en ellas con dedicación y mucho tiempo y conocimiento. Plantas y animales son "tan diformes a los nuuestros como la noche al día", dice Colón que, con su gente, no solo por eso cree encontrar sirenas, amazonas y hasta el mísmisimo paraíso perdido. 
Idos por esa inmesidad semejante al "giratorio curso de los cielos", escribe el primer cronista que documenta a los adelantados españoles en Indias, "quienes de aquí marchan mansos corderos, regresan convertidos en rapaces lobos."
-Belarmo, no quiero seguir.
-¿Por?
-He contado tantas veces esta historia...
-Pues nada. Quien quiera escucharla que vaya... ¿Adónde será la charla?
-No sé ni me importa, jeje. Anda, te acompaño a la negritud.
     
                                 
 

Crónica interminable


Lo siguiente fue escrito en varios periodos que no aclaro bien.
-Pues hazlo ahora. 
-¿Por qué para todo me traes a mal traer, abuelo?
-¿Necesitas explicación?
Se refiere a que cuando hacia el viaje a solas, contándoselo a mi nueva hija adoptiva, no iba ni a la esquina, como se dice al no progresas siquiera tantito, jeje. Entonces él regreso de sus tierras, donde estaba seguro vendría nuestra siempre esperada revolución y se quedaron tragando camote, jeje.
-Te lo ganaste. Por en culo.
-¡Belarmo, apaga esa mecha!
Vaya pues como antecedente que debo corregir. Fue escrito entre 2013 y 2017 y he de agregarle otras cosa. Se refiere solo a México.
 
-No entiendo cuándo sucede cada cosa. 
-¿Cuáles?
-La Crónica y ¿Una novela?
-No sé.
-¿Cómo no vas a saber, B?
-Es obvio que esto... 
-¿Llamado de qué manera?
-Crónica, Atrevida, no seas burra.
-Jajaja, al fin consigo unas palabras claras. Sigue: es obvio...
-Estamos cronicando. Después desátase eso loco incontrolable.
-Te recuerdo la fecha: 20 de mayo.
-¿Año, Atrevida?
-¡B!
-Es broma, carajo -digo a ella y para los demás aclaro: estamos en 2015.
-¿Cuándo empieza lo otro?
-Al pitonizo no le hago.
-Alburero.
-Naca. That is the question: el inicio de la quizá novela, ya que la crónica atestigüe la caída.
-¿De "los Malditos"?
-Presentes, al menos.
-¿Nuestro gobierno?
-Y algo más, impreciso. En todo caso, recapitulemos, viendo desde ellos y desde nosotros.
Hace dos semanas asesinaron a una joven en Ciudad Universitaria, fue otra última gota que derrama el vaso y los movimientos feministas se volcaron allí. "¡Ni una más!" dice la consigna madurada en veinte años de feminicidios. Detrás, ese brutal porcentaje que descubre cuánto odia la sociedad a sus mujeres jóvenes. A sesenta por ciento llegan quienes al hacerse quinceañeras sufrieron abuso en nuestro país, y ahora se exhibe el acoso sistemático por catedráticos a alumnas en esa máxima casa de estudios donde un icónico, viejo líder soltó por radio: exagera la muchachita fulana que afirma fue violada: sin verga no hay penetración
El estado de México, donde tú vives, Atre o E, llevó a niveles demenciales lo que nos había pasmado en Ciudad Júarez quien años atrás. Y empezó a hacerlo durante el gobierno de nuestro actual presidente.
Vives en el Oeste, E, tierra fronteriza, sin ley, sé desde que mi juventud encontró allí El santo lugar. De alguna manera lo diseñaron así desde los años cincuenta, coincidiendo con la consolidación del Grupo Atlacomulco, que acunó a Peña Nieto y otros tras desbancar internamente a Hank González, su más siniestro caudillo hasta el arribo de Carlos Salinas...
-Para, B, me vas a llevar al siglo XVI.
-¿Yo?
-No te hagas.
-Bueno, entonces vino Hernán Cortés...
-¡Ya!
Lo que quería decir es que si a fines de los ochentas pudieron desbancar a una figura con el peso de Hank, quien no jugó a la presidencia solo por nacer extranjero, no extrañe cualquier cambio mayor en estos atlacomulcos nuevos. Si bien ambos casos salen sobrando pues ahora no se trata de un grupo sino del mismísimo PRI. 
-No entiendo nada.
-¡Me lleva la chingada, E!
-Jajaja.
-En septiembre dejé mi trabajo convencido de que esto estallaba, ¿no?
-Sí. Y ahí sigue, jajaja.
-Medio, medio, y le falta, cuando mucho, mes y días, o tal vez apenas dos semanas. 
-¿Por las elecciones en el Edomex? -pregunta ella año y medio después.
-Correcto, Watson, aunque me hayas interrumpido, pues hallábame en septiembre, seguro de que babalú esta mierda, y nadie me pelaba y grité ¡Doy por límite enero! y nadie peló y vino el gasolinazo.
Aquí deberíamos pasar a la crónica propiamente dicha, con lo que escribí por ahí y no dio tiempo de desarrollar, comenzado en Ixmiquilpan.
-Ok, ok.
-Ahora, ¿porque no dio tiempo?
-¿Porque eres un huevón?
-Además de. Paré al darme cuenta que se desinfablaba la resistencia contra el aumento de los precios.
No conocía Ixmiquilpan, confesé, ¿verdad?, y fui en abril (2017). Si bien era para otra cosa, de primerísima fuente supe: el movimiento nació un poco al azar. No había sorpresa. Afectos al PRI lideraron la primera acción, pidiendo al gobernador exigiera a los diputados cumplimiento a sus promesas. Etcétera, etcétera. 
Se demostraba lo sugerido en las derrotas electorales históricas, un año antes, en otros estados: el priismo perdía popularidad a velocidad vertiginosa. 
Detrás, lo que me condujo al optimismo en septiembre: las pugnas internas. Ahora sabemos bastante más del tema, ¿cierto, Atrevida.
-Revísese ¿qué nota?
-No recuerdo, jeje. Por otra parte está el genuino movimiento, nacido en mayo 2013, a quien visite ixmilquianamente. Ese breve viaje confirmó lo certificado en el de febrero a Guerrero: nadie echaría atrás a las fuerzas populares más sólidas, que para esta mayo 2016 -regresé en el relato, pues- formaron ¡cuatro y media auténticas APPOs! y otras cosillas nada desdeñables (setecientas mil familias cafetaleras organizadas en cooperativas; jornaleros y jornaleras de San Quintín y demás).
-¿Esto es un ensayo, un reportaje o qué madres? A la crónica no la veo por ningún lado.
-Coño, Atrevida, si apenas podemos con el paquete y quieres que haga lo correcto, presidido por la anécdota. 
-Pues no presumas.
-Haz de cenar, ¿no? -le digo volviendo a 2017.
-Tu abuela, yo soy hija adoptiva... Mira:
"Antorcha Campesina promete ante Del Mazo no dejar ganar a Delfina Gómez
A pesar de que su agenda para este lunes consideró sólo actos privados, el abanderado priista se reunió con alrededor de tres mil militantes de la organización Antorcha Popular en el municipio de Los Reyes La Paz." 
-Sí, ellos serán el primero grupo de choque. Al amparo suyo y para su desgracia obrará el segundo. Luego... 
-¿Para su desgracia?
-Sí, desaparecerán en ese caos, para no levantarse más. 
Un cartón sugiere que bajo el agua Peña Nieto abandona a Del Mazo. ¿De dónde lo deducen, si las contradicciones internas que conocemos no indican nada parecido a eso? ¿O sí y me pasa de noche? 
-B, concéntrate, por favor, y te vuelvo a preguntar ¿dónde está la crónica prometida?
-Ay, E, no toques temas sensibles. Todo me permitiría conocer en vivo los sucesos. Durante estos últimos años volví a la zona lo suficiente para rehacer nuevos lazos y hoy mismo San, al conectarme con el comité ejecutivo estatal de Morena para equis cosa, dijo que entre algunos soy un pequeño mito por esos rumbos y pidió fuera a reunirme con los más viejos.
Hacia occidente acompañé hasta hace muy poco a mis hermanitas y hermanitos y en el costado oriental viven muchos y paseé también por distintos motivos. Chimalhuacán, la cuna antorchista, tampoco me es desconocida, y por todos lados andan muy activos otros que apoyan desde el Distrito Federal.
Mi edad y la extraordinaria dispersión del proceso impiden seguirlo. ¡Y no soy Jonh Reed!, jeje. El secreto parece estar en la Ley de Seguridad Interna que Peña Nieto presentó para su aprobación. El PRI tiene 203 legisladores, de 500, más 47 del Verde, y necesita mayoría calificada. Ni sumando los 108 del PAN alcanza. ¿Un nuevo Pacto por México, con PRD? Falta Nueva Alianza, claro. ¿Todos enajenarán su futuro por una arriesgada apuesta? ¿No habrá fracturas dentro del propio priísmo, según nuestras cuentas? ¿El ejército en masa valida un virtual estado de excepción?" 
Madrugada de domingo 4, 2017      
Según quienes saben, el sistema priísta funciona hasta el 49% de los votantes. En los tres estados que se disputan esperan entre 60 y 62%. Ergo, puede cumplirse lo previsible -seguro, dijimos, ¿no?-: un conflicto poselectoral en el Edomex cuando menos. 
Estoy donde debo y otra vez no hay manera de hacer la crónica.
El municipio nacional con más electores -millón y medio- fue mi casa militante y emotiva. 
En estos lados se decide el futuro hoy y quien sabe si podré seguir con esto. ¿Una novela? continuará, desde luego, ¿verdad, abuelo? Si cierro los ojos aparecerás, Ana, ¿ahora? Espera que pasé el día.
Las calles tiemblan alrededor, muchas montando cerros, y veo Malditos corriendo por todos lados, tratando infructuosamente de sofocar el incendio. Hace un minuto quien muchos sospechan es violador y homicida, frente a nosotros al pasar perdió su aire respetable y entendió: Ellos saben. No importa cómo marcó la boleta electoral, si bien puede presumirse fue tricolor, como esa Suave patria que aprendí a odiar. 
Pensaron en lincharlo y aguardan hasta mañana, cuando den los resultados, fraudulentos por fuerza y esta vez inútiles, confiamos.  
Pasan tres días y recuerdo: A quien quisiera escucharme, en los últimos meses dije: en Edomex al PRI no le dan sus artimañanas usuales y empleará la violencia. Eso hizo el domingo, seleccionadamente, es municipios rurales.
A Javier recién lo conocí y por vías virtuales. Es quien mejor ve, creo, lo que sucedió en la elección. Le pido explicarnos:  "Es un proceso epistemológico, es decir, estos cabrones se superan en la mierda que expulsan cada día. En e 2012 descubrimos que utilizaban a niños de 4 años para entrara a las casillas que corroboraran que se votara por el PRI, ahora a tres días de la elección se sabe que llegaron a comunidades con postola en mano y obligaron a la gente a entregar sus credenciales y votar por el PRI. está cabronal a mierda en la que nadan, es como goebbels, reproducen la mentira hasta que ellos mismos ya no saben elucidar entre la verdad y su pinche ficción..."*
La madrugada del jueves me agarra encorajinado, jeje:
Muy triste la sociedad mexiquense: 48% no vota y el PRI conserva su voto duro
¿La esperanzadora resistencia al gasolinazo? Duró dos días jjj Les meteran unx a unx un palo de escoba y la gran mayoria sonreirá jjjjj
No defienden a sus hijas, a sí mismos de la extorsión, el robo, el asesinato la debacle económica.
¿Que las elecciones no sirven? Son su única arma, porque lo suyo no es protestar de ninguna manera.
Y magistralmente, jeje, concluyo: AMLO y las bases de Morena, como la CNTE o las Policías Comunitarias en términos mucho más profundos, dan lo que pueden. Y eso bastará, porque los Malditos harán su parte en la destrucción del régimen.
-Cada vez más pa que te aten, B, jeje -dice E, la hija adoptiva.
-Voy hacia la camisa de fuerza y los electroshoks con la frente en alto.
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Mi casa estaba al pie de la avenida rematada en la esquina donde no era ya campo, sino pelea entre llanos vírgenes, huertas, maizales y una nueva vocación de orillas citadinas, presente en el tiradero de materiales de construcción, la ladrillera, su miserable, hosco vecindario y la promesa de futuro vacilando en lo alto.
Con el trajín de autobuses, los siglos a montones en nuestro centro urbano resultaban un eco tanto más lejano cuanto más desaparecían los lotes baldíos. Para quienes vivían fraccionamiento adentro eso era verdad sin tacha y así sin ojos. Para los de la avenida, no. Tras un premeditado vacío descubríamos barrios antiguos montados sobre restos de pueblos cuyos orígenes no podían precisarse en el tiempo. Invitación irresistible, nuestros paseos por allí descubrían con azoro una calzada de proporciones dos veces mayores que las orondas de la modernidad.
En claustro, los amigos de las calles traseras sucumbían al resentimiento de sus padres por mil ofensas reales o ficticias, que los condenaban a perpetuar lo más oscuro del país. Nosotros en la avenida enloqueceríamos o saldríamos corriendo, o ambas cosas.
Mi colonia estaba al final de una serie con que la posrevolución ocupó tierras hasta entonces agrícolas, o lacustres, si echamos el reloj atrás, y así sin fondo prehispánico y colonial. 
Esa nada virtual bajo los pies acunó clases medias gradualmente menos prósperas y todas en diverso grado relacionadas con la Iglesia y el pensamiento conservador, centenarios derrotados para entonces.
Pías familias de mochas costumbres y viejos resentimientos crecían allí, donde hasta hoy la izquierda electoral no tiene entrada.
Cuanto más dentro de ellas se estaba, entonces, era mayor el trabajo para escapar a su carga.     
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Octubre de 2001.
Central de Autobuses del Sur. Alrededor de las 12:15 a.m. Gerardo González baja del camión que lo trae de Cuernavaca, donde reside.
Así recuerda, nervioso, consciente de la vitrina en la cual vive desde el día aquel, como un ser incómodo e indefenso, parte de una historia que toca los sótanos del país. Se ha vuelto abogado laboralista, pero conserva estrechos vínculos con defensores de derechos humanos, empezando por el despacho de Lamberto González y que hasta poco fue a la vez de Pilar Noriega, del cual es en cierta medida responsable y que está allí, en el Distrito Federal.
Esa proximidad a los aparatos de justicia y a la confrontación con el poder, deben prevenirlo al dar una vez más su versión sobre un momento particularmente delicado de un hecho de extraordinarias implicaciones. De modo que busca ir directo al grano y cuando una pregunta lo hace entrar en un detalle intrascendente, se detiene en explicaciones que sobran.
El día referido, vuelve a los recuerdos en la jerga judicial, fue a comer con responsables de un órgano de gobierno de la ciudad, para dirigirse después a la oficina de Lamberto, que desde una semana atrás ocupaba también Digna Ochoa.
Zacatecas 31, colonia Roma. Hacia la misma hora un trabajador ambulante concentraba su discreta mirada en lo que percibía en torno a un edificio amarillo pálido a mitad de la cuadra.
A un paso de avenida Cuauhtémoc, la calle terminaba por perder su antigua calma residencial, con el ajetreo de los automóviles y las modestas oficinas en las cuales se había convertido la mitad de los edificios habitacionales. Por eso el hombre había escogido el sitio para ofrecer sus servicios y marcharse al agotar la clientela. Pero ni allí pasaban desapercibidos los movimientos de hombres trajeados y “aspecto sospechoso” (PADRES CGH). No era la primera vez que los veía, a ellos o a otros parecidos.
Minutos antes o después, en el pasillo del piso del edificio donde estaba el despacho de Lamberto y Digna, una mujer topaba con un hombre ajeno al lugar, y en un momento no bien precisado una vecina del piso inmediato superior creía escuchar “dos sonidos parecidos a un golpe o un martilleo en un intervalo aproximado de cinco minutos, ,y luego, entre diez y quince minutos después, un fuerte ruido como el de un portazo” (2DO CIDH). 
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Anduve ochos años viajando por el planeta en los siglos en torno a la aventura de Colón.
Entre otras mil cosas me enteré entonces que, adelantándose Faltaban setenta años para los viajes colombinos y una nueva dinastía china se decidió a transgredir principios fundacionales de su cultura, lanzándose al océano Índico. 
¿Para qué, preguntó el imperio que por largos siglos los pueblos del Viejo Mundos buscaron con ahínco, obligándolo a construir una muralla apenas concebible en extensión? Islámicos y cristianos se peleaban por la ruta que conducía allí, donde abundaban mercancías e ingenios asombrosos. El Ibn Battuta que entrevimos en Demasiado humano seguía el camino trazado por ella y al poco Marco Polo buscaría una alternativa cuyos retos habían disuadido a Occidente desde la caída del fugaz imperio alejandrino, despertando fantasías que ni Aladino creería. 
Pronto China volvió en sí y bien pudo antes atravesar el otro océano a su vera, por el cual barcas polinesias sin más que remeros habían alcanzado Haway y quizá las luego nombradas costas americanas. ¿Pero para qué?
Causan, pues, risa los empeños posteriores de Occidente por asombrarnos con presuntos o reales viajes germano normandos al Nuevo Continente, previos al Almirante.    
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Como algunos saben, en paralelo a esto intento darle forma a mis llamados Cuadernos, que no deben incluir lo ahora publicado aquí. Bueno, puedo pedirles préstamos.
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No sé cómo organizar las viñetas con ése título, Ohsis. Al principio pensé que debería empezar así:
No importa por donde vayamos nos acompaña la fotografía de un muchacho. Tiene dieciocho años, la piel mulata parece de aceite, los cabellos se le ensortijan y los brillantes ojos negros sonríen.
Al poco de recordar esta estampa que presidía el hogar de Mario el Jarocho, fui citado por la Corte de Medianoche (1).
Igualitito que en la obra cumbre del último gran poeta en lengua irlandesa, duermo plácidamente y el reclamo de una metálica voz me despierta:
-"¡Eh, tu, vago, ¿qué haces ahí cuando la más digna corte jamás reunida espera para juzgarte."
Claro, no estoy en el lomo de un río, a la manera del campesino en el poema, sino sobre la cama, y no es una monstruosa mujer de mirada sangriente quien amonesta, sino El Grillo, metro sesenta de altura, pecho echado pa lante y ojos de capulín.
-¡Comadre! -le digo harto contento de verlo luego de casi cuarenta años.
-No te hagas baboso y jálale.
-¿Y ora?
-Que nos juntamos pa darte con todo.
-¿A mí? -alcanzó a preguntar antes de que como en un sueño aparezcamos en un castillo cuyas troneras echan humo de fábrica.
Frente a nosotros el abuelo, Filiberto, uno de las muchachas que no murió en 1524, Bryan O´ Donnel, Artemio, la niña que perdió una pierna en un bombardeo, Felícitas, Malena, el propio Jarocho, en gigantescas representaciones se sentaban a una mesa en lo alto. 
En la multitud alrededor había muchos rostros conocidos y el resto tenía un impreciso aire familiar.
Acostumbrado a los escenarios con miles de protagonistas, el abuelo no necesitó forzar la voz para que se escuchara a través del eco profundo en el fantástico lugar. 
-Mira -dijo extendiendo la mano en un movimiento circular. -Te nos dimos, tan diversos en tiempo y espacio y tan íntimos como deseabas. Y has traicionado nuestra confianza. 
Prometo cumplir la tarea y recuerdo a Domingo embobándose con los recuerdos de una bronca toma de predios, para que de pronto, sin venir a cuento, pensaría uno, los ojos se le fueran quién sabe a dónde y decir:
-Todo fue por mi papá, que vendía pájaros en el mercado y no tenía un centavo y andaba cante y cante.
  
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Como el desposeído que era me agarré a la Suave patria para acuchillarla luego, nietos. Por azar sus extremos se encuentran en donde inicia este cuaderno:
A pie por el camino mi compadre Agustín y yo no nos cansamos de dar gracias a la fragancia de la hierba alta, jugosa, en la que pareciera no caber un tallo más, y a sus verdes suaves por el sol, siempre padre y aquí en un papel distinto a los muchos que decidió y no hacer en nuestro gigantón urbano. Padre sol y madre tierra, sabemos ahora, envueltos por ella y su prodigalidad. ¿O los géneros deben intercambiarse entre ellos, pienso recordando una milenaria leyenda de las naciones muy al norte de estos lugares, donde la luna, por ejemplo, era la tea de un celoso amante?
Deberíamos preguntar a los campesinos y campesinas que rinden el diario culto a las prodigiosas matas alrededor, divinos regalos entregados casi cinco siglos atrás a sus conquistadores, y se nos hurtan a la mirada por sus ocupaciones o deliberadamente, como el pueblo sombra que se me descubrió una mañana en una colonia de posesionarios y luego gracias al abuelo.
Todo enamora a nuestros ojos de ciudad: el contraste entre la vegetación y el rabiar azul del cielo, la franja arcillosa que serpentea frente a nosotros, el apenas perceptible reptar o trepar de pequeñísimos seres y esa terca soledad aparente que a lo repentino se viene abajo.
“-¡Bájense todos, hijos de la chingada!" –grita a los ochenta hombres en un camión de redilas “un señor grandote” que carga “un radio” -Bótense al suelo porque se van a morir.”
Ya está: el compadre y yo llegamos al momento que nos trajo hasta aquí en la manifestación material a través de la que la Corte de Medianoche asiste a los viajes convenidos.
Ahora, nietos, ustedes se suman a la aventura que en la infancia guía el canto de Felicitas, a quien sin eufemismos llamo nuestra sirvienta
Casi medio siglo me tomó acercarme al misterio que intuía también en los viajes al puerto de mar donde papá nos llevaba. La carretera corría sobre el mero paisaje en el cual la Red de Agujeros convirtió a estas tierras de densa, milenaria historia, por los que yo buscaba ansiosamente con los ojos, gracias a propia Felicitas y sus iguales a cientos de miles; a la señora de los tamales en la esquina y la avalancha de albañiles, jardineros, trabajadores de las fábricas en torno nuestro. Buscaba sin sentido, pues la ruta aquélla se trazó sin hacer caso más que a las caravanas en pos de los productos traídos de fantásticos lugares al costado contrario del océano.
Tanto el misterio oculto a la carretera, que no lo develo bien a bien sino ahora, con mi compadre, en el vado donde un camino interior tuerce.
Aguas Blancas se llama en paraje adonde llegamos y no habría razón para la presencia de tal número policías apostados entre la maleza y tras sus camionetas, de no ser el castigo ejemplar que se aplica a miembros de la Organización Campesina del Sur.
“-Nos espantamos, pero yo no creía que nos iban a matar -–contará luego uno de ellos. Y otros:
“-Sentí que nos estaban cazando....
“-...me tiré al suelo... Oía los quejidos de las personas que estaban matando...
“-Me sentí mal al ver como nos habían trozado aquí de la cintura al compañero.
“-Cuando estaba ahí debajo del camión, pues yo sentía algo caliente que me caía aquí arriba, así, pero yo no creía de que fuera sangre. Y cuando ya nos sacaron de ahí ya vi que había muchos más regados así, alrededor del camión y adentro también.” (1)
Las con justicia llamadas fuerzas del orden dan el tiro de gracia a los diecisiete caídos, y la cámara de video que llevan corta mientras recomponen el escenario: los machetes de los campesinos asesinados se retiran para colocar rifles y pistolas en sus manos o cerca de ellas. 
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Marzo 22, 2018
Tuve mi 18 brumario en marzo, escribo por ocurrencia y tan virtuoso es esto del pensamiento que no se piensa, que hasta el mismísimo Víctor Hugo -Padre nuestro, rezo- pierde su gracia, como advirtió don Carlitos en aquélla conocida obra: Napoléon le Petit ve solo un rayo cayendo de un cielo sereno; yo, por el contrario, demuestro "cómo la lucha de clases creó (...) las circunstancias"1.
Perdonen mi enredo. Amanecí diciéndome Se es en común o no tiene caso y heme aquí con la justa materia, dando una simpática vuelta. Abandono el hogar de donde no debería salir más, rumbo al primigenio, que compartiremos todos. Así lo entendiste, Tic, y por ello recibí tu bendición y una alegre mirada de N a la distancia, quien perdía al abuelo recién llegado.
Patria prometida realmente solo hay esta -una coma menos hace milagros, ¿ven?-. El Judio errante fue un incompredido que reía de los ceños fruncidos a su paso -se llamaba Pablo, supieron después y nombráronlo Santo (uso metáforas sin sentido, creo, pues de asuntos bíblicos no tengo mínima idea, por fortuna ((no proclames a la ignorancia como virtud, que después no te creerán nada).
Tomo camino hacia Jerusalem cuando el otro calendario dice año 1212, no a lo Templario en la corte de los Malditos, sino para acompañar a niños "salvajes e ignorantes" que mendigan con las cuencas de los ojos vacías, sin piernas y atadas sus manos por píos frailes2.
-Anden, que el verdadero reino es el nuestro -les digo.
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Revisando la poesía mexicana del siglo XX, Carlos Monvaís dijo: lo hago como crónica y no, ejemplo, en un ensayo epistemológico. 
Investigó el tema a fondo, no quería tratarlo sesuda, secamente y sí darse derecho a incoporar sus opiniones. Yo intento algo semejante con el cardenismo, en un trabajo que empieza así:
...no es obra de un hombre y su círculo cercano. Resultaría inconcebible sin el movimiento popular y las clases medias radicalizadas, entre quienes están vivas viejas y nuevas utopías.
Esos seis años representan, con mucho, el mayor avance social desde nuestra  Independencia o quizá tres siglos antes. Persigo una idea: lo que Lázaro Cárdenas echa a andar es difícilmente controlable y conduce a extremos no calculados, a veces quizá sin que él lo sepa. El propio Tata, creo, se desbordó a sí mismo, gracias también al inusitado panorama mundial: democracias occidentales en debacle o recomposición y la Unión Soviética que irrumpe como exitoso modelo económico y gran potencia.
Como con cualquier proceso histórico no voy a él por interés académico y lo persigo en sí y su proyección posterior, hasta hoy. 
Antes asomé a nuestra cultura urbana posrevolucionaria. Tenía una buena razón pues crecí cuando estaba sepultada bajo montones de autoritarismo. Me defendía con la nostalgía por ella.
Durante la posrevolución nuestra ciudad crea una o varias nuevas noches. No solo sus vidas van allí; también la imaginación sobre ellas.
Durante el porfiriato el teatro de revista es un animado, picaresco entredicho nocturno que se airea. Pero cuanto de lo demás puebla ese mundo que nace al caer el sol, transcurre en el silencio o el vilipendio público. La prostitución callejera, la cantina y la pulcata proliferan por los barriales, muy lejos física o prácticamente de lo que la sociedad presume. No importa si están a espaldas de calles de buena educación, un sólido muro invisible se alza entre ellas.
A partir de 1920, en cambio, los tugurios, los burdeles en regla y las hileras de cuartuchos que sirven a las “perdidas” son esencia misma del Centro y se asientan sin remilgos aquí y allá, acompañando al festejo de la autóctona modernidad siglo XX, de cines, carpas, cabaretes, salones de baile, estaciones de radio, convertidos en escuelas y laboratorios de comportamiento entre los cuales la población no para de reinventarse, haciendo de las calles pasarelas.
La música popular, las tandas, las piezas del renovado teatro ligero, la prensa que alcanza su madurez como primer medio masivo y es no menos multifacético que la futura televisión; la literatura, la plástica, el cine nacional, la historieta y luego la fotonovela románticas y de aventuras, en camino a convertirse en las lecturas más extendidas del país, habitan la nueva noche con seres y sendas materiales y fantásticos. 
No hay nada idílico en ello, con sus sífilis de muchas clases y sus profundas desigualdades, ni en la retórica que lo acompaña ocultando al país tras estereotipos y atmósferas “legendarias”. Y si creemos a Carlos Monsivaís, hasta debe sospecharse cierta mano perversa del poder que lo consiente y quizá lo prohija, en una capital cuyo gigantismo le será cada vez más apreciado como gran instrumento para el control de una nación que no hace nación.
Con todo puede encontrarse allí un cierto, genuino libre circular del deseo y del ingenio, que luego será cortado de cuajo.
Es 1938, digamos, un año antes de que un reglamento intente liberar la vía pública de la epidemia de besos. Del lujoso Regis al modesto Tacuba, por una treintena de salas, estrellas extranjeras y cada vez más de casa languidecen de amor en la pantalla, dejando el rastro deslumbrante de sus atrevidas existencias, que el espectador cree conocer al dedillo por periódicos y revistas. En El Principal, el Ideal y los otros templos del género de revista, y en las carpas donde tal vez se opera mejor que en cualquier otro lado la transformación del “pueblo en emblema cultural”, anda el mareo de telones y vestuarios y candilejas, olimpos de las vedetes replicadas más a ras de piso por coristas con pechos generosamente al aire, y una comicidad que explaya la sexualidad a flor de piel.
Una cosa y otra entre la exploración por el espectador de los recursos de un cigarro, por ejemplo, de modo que la boca sea oferente o desdeñosa y rime con la mirada y el vuelo de la mano. O de un saco, una falda, un sombrero, que nunca son a secas y acompañan a mohines y sonrisas, a imaginaciones de caderas y hombros dueños de sí a punta de danzón, fox trot, rumba y cuanto se ponga a la mano. 
En San Juan de Letrán, en los 1980s convertido en origen del Eje Central, un hombre se echa a la celebración de los entresijos de luz y sombra de la calzada. Su cabeza se agita con el alcohol apurado no sabe si en el barullo de mesas y parroquianos a su lado o en el de diez metros atrás, y con unas ganas a las que el cancionero de la época vuelven apremio por una de las “flores de la maldad y la inocencia”, frutos que chorrean miel y hiel, sendas hacia el cielo y el infierno, con las cuales se adorna la calzada.
Todo alrededor, de más allá de Salto del Agua a Peralvillo, abunda en quienes para el discurso complaciente de los tiempos son románticas “aventureras”, “vírgenes de medianoche”, “Santas”. Allí y por muchos rumbos de lo que alguna vez fue afueras de la ciudad, sin recato y en cifras oficiales, a las “callejeras” de cerca de 200 lupanares se suman las que deambulan por tres mil o más cabaretes, entre millón y medio de habitantes. Difícil decir cuántas son, si las detectadas con enfermedades venéreas están próximas a las 40 mil.
Para entonces la ciudad lleva dos décadas conquistando la noche. Y con la noche, la pasión. En principio ambas parecerían reservadas a los hombres y a esas que se resuelven a cumplir y sepultar sus sueños, los de ellos, espantando la oscuridad del genero para consumirse un rato, las más unos segundos, apenas, según les advierte la “mariposa equivocada” de una canción: a la luz, por la luz… quemadas, precisamente, las alas.
Pero la noche y la pasión son a la vez territorio de las meseras, las secretarias, las dependientas, las enfermeras y el más o menos profuso mundo femenino del arte, nutrido por quienes llegan de aquí y de allá tras el país de la magia y la promesa de real futuro. Y a su manera, de las amas de casa y las hijas de familia, que comparten su fantasía.
A mitad de la sala, trasegando el trazado secreto de la casa, que nadie más que Ella conoce, por la radio Lara, Gonzalo Curiel, Ernesto Cortazar y un largísimo etcétera aprovechan la lúbrica provocación de los ritmos cubanos y la sustancia negra de las orquestas estadounidenses, para de la cocina a la recámara, entre el burbujeo de las cazuelas y el dale y dale de la escoba, pasear un “sueño de amor” que casi por regla “se esfuma” o “lleva al abismo”, y que en todos los casos “es el pan de la vida”.
No interesa si es a pleno luz del día que en el “abanicar de pavos reales” de su “hastío”, canción tras canción la “locura de vivir y amar” alcanza a la señora. La fuente de la “viajera”, la “perjura” o la “siempreviva” en quien quieren descubrirla el bolero y sus parientes de la época, está en la noche, en la imaginación que nace a su amparo o por su pretexto. A nada, fuera de la propia mujer, cantan tanto, con tanta elocuencia y una misma obsesión: “noche…/te llama el amor”.
Para tal y cual la noche invita a que Ella hunda sus “dedos entre mi pelo”, entregue su “boca fresca” y tenga “piedades de ensueño”, o, unos ratos “golondrina viajera”, otros “maldita”, deje un hueco imborrable en el alma, y para Lara, el más sabio y atrevido, es la de cada vez un amor de.“distinto amanecer, diferente visión”, con cuyas aventuras debe tenerse cuidado porque “hacen daño”, “dan penas”. 
Una serenata de Juan S. Garrido parece resumir la imagen recreada por la música popular: “Cuando la noche lo envuelve,/México sueña despierto,/porque de sombras cubierto/vive su vida mejor./Al cintilar los luceros/y los faroles primeros/como por milagrería,/regando alegría florece el amor”.
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De plúmbago, sin amenazas, las nubes casi al alcance de la mano corren rápidas en el día que suda sobre el caserío, donde la sal de mar hace cuatro siglos estampa su huella. Por la vía del tren, entre un millar de paisanos en alharaca, dos costeñas maduras, firmes, desparpajadas, se regodean en los gritos:
-¡Huevo de gallina, no de granja! ¡En Espinal hay hombres, no chingaderas! -refiriéndose al hombre pequeñito, de voz aflautada que acaba de salir de prisión y encabeza la marcha: Demetrio Vallejo.
Es el sábado 12 de mayo de 1972 y cuantos hay allí llevan un mucho acunadas y otro mucho a cuestas dos o tres décadas de trabajos por Utopia, que no está en el santoral ni tiene altares en la Iglesia de Salinas Cruz, cuya torre domina la vista, ni en ninguna más del Istmo de Tehuantepec, del resto del estado de Oaxaca o donde sea en el México de tercos rezos por ella apenas Hernán Cortés terminó su obra.  A comienzos de 1959 ese par de mujeres sin duda estaba entre quienes defendían del ejército el local del sindicato ferrocarrilero, cabeza del gran esfuerzo de trabajadores y trabajadoras por deshacerse del monstruoso aparato corporativo construido para ellos.
No tengo algo parecido a esos tres párrafos para empezar como debiera lo que quiero contarles ahora. Me sirve pues remite al movimiento ferrocarrilero de 1959, cuya derrota suele señalar un corte sin solución para la historiografía. 
Es la tarde del 28 de marzo y "miles de trabajadores (ferrocarrileras, petroleras y maestros) así como algunos estudiantes, son objeto de la furia policiaca, cuyos elementos intervienen y ocupan también locales sindicales", dice una fuente cualquiera. 
Terminan así trece meses y medio en que la democracia sindical se juega su última carta, tras dos décadas de resistencia. Con ello parece iniciar una década de silencio para nuestras luchas sociales.
Es así y no, si atendemos al surgimiento de la Asociación Cívica Guerrerense y el Frente Auténtico del Trabajo; al complejo proceso iniciado en los sindicatos electricistas y la extraordinaria huelga que cinco años después protagonizan los médicos. Centro el interés en ellos aunque otros impulsos colaborarían a hacer de la siguiente una década que solemos dar por muerta y prepara grandes insurgencias.
Durante 1958 Genaro Vázquez y otros maestros y paisanos suyos forman en la ciudad de México el Asociación o Comité Cívico Guerrense. Sabiendo muy poco sobre al respecto, siempre me pareció un proyecto modélico. Seguí su historia al conocer a Roberta cuando en 2017 y sobre la plaza central de Chilpancingo se recordaba los asesinatos cometidos allí por el ejército cincuenta y nueve años atrás. Diecinueve jóvenes muertos había costado al estado lo que en otras entidades produjo, si acaso, disturbios.
Se debía al trato especialmente brutal dado a esas tierras desde nuestra Indepencia y a algo más. La lucha universitaria formaba parte del primer objetivo que perseguían los cívicos, como se llamaba a Genaro y sus compañeros: crear una combativa organización popular en el estado, con demandas de todo género, comenzado por la
Central Campesina Independiente.
Si primer y principal enemigo es el gobernador, contra quien dirigen una campaña que en abril ordena detener al líder, cerca de Teleolapan, sobre la Región Norte y por los mismos escenarios que usó Vicente Guerrero durante su última etapa independentista. Liga así, pues, con una lucha de gran profundidad histórica, iniciada tras la Conquista y aun antes, cuyo hito más reciente está en el cardenismo. 
Para entonces en nuestra capital federal se forma el Frente Auténtico del Trabajo, proyecto sindical empujado las Juventudes Obreras Católicas sudamericanas, a través de una central (Confederación Latinoamericana de Trabajadores o CLAT, por sus siglas). Con justa suspicacia puede pensarse que nuestra Iglesia católica nacional, arrinconada tras la Cristiada, le despeja convenientes puertas, desestimando un proceso en ciernes: la Teología de la Liberación. 
Como sea, pronto trabajadores mexicanos hacen suyo el impulso para producir formas de acción muy ocurrentes y novedosas, que en parte responden al sector privado empresarial y su vertiginoso desarrollo desde 1940. Representan, entonces, a una clase obrera distinta a la dominante en el sindicalismo derrotado hace poco: de grandes industrias y servicios paraestales (a ferrrocarrileros sumemos maestros y petroleros, sobre todo). 

Sinfonía
Esta vez el clip sirve también como imagen, cosa poco habitual entre nosotros. Aunque podría bastarnos con escuchar. Por flojo no encontré lo más adecuado: un gran concierto de Mozart en la Gewandhaus, sala ejemplo.
Lo que hay en él resume a nuestra sociedad, siguiendo un criterio burdo, según adelantó ¿Pesadilla final? 
Empecemos por sus ausencias. ¿Cuántas butacas hay? Se necesitarían unos dos mil conciertos para que los 571 088 habitantes de Leipzig presenciaran esta representación. 7.300 millones hombres y mujeres tiene el mundo -ya sé, soy maniático con preposiciones y demás y no gano en ritmo, jeje-. Hagan cuentas.
Entre los privilegiados tampoco faltan estamentos, sabían quienes diseñaron el lugar, cuyo primer

Hacia 1890.
edificio es de 1781, apenas comenzada la Revolución Industrial: frente al escenario, atrás... Centro comercial, Leipzig influía en Europa toda y se hizo a la vez polo de la cultura. Estaba preparada para ello: tres siglos antes le llamaban "ciudad del libro” y allí publicaron el primer díario. Cuna de Leibniz, recibió a Bach durante sus mejores tiempos y veía nacer a Wagner, Goethe, Mendelssohn, Schuman, Nietzche.
Calculen los recursos que para ella dejaron los siglos coloniales, aunque o justo porque Alemania tardaba en constituirse como Estado y sus barcos no visitaran el ultramar.
Que España, Portugal, Inglaterra, Francia, produjeran a Cortés, Cabral, Raleigh, Faidherbe y miles de Nostromos. La ciudad se concentraría en lo suyo.
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Ya saben, les encantan las historias en que con un pretexto cualquiera -elevadores descompuestos, naufragios, terceras guerras mundiales- personajes sin posible relación entre sí deben confrontarse.
Digamos, Steven Taylor (Michael Douglas como magnate asesino), Saba Ade (apasionada prostituta de El imperio de los sentidos), Ivan (ejemplar niño ruso en el frente alemán), Antonio (padre obrero de Ladrón de bicicletas) y Margherita Gautier (La dama de las camelias, quien desfallece por melifluo amor), caen gracias a un accidente multifactorial en el agujero donde fue a dar Alicia (aquella niña de la cual abusaba Lewis Carroll).
No entran al país de las maravillas discutiendo si toman el fantástico brebaje y Taylor muere a golpes cuando para zanjar la discusión exhibe sus acciones en Wall Street. Margherita quiere seguirlo, pues nadie allí hace caso a sus suspiros. Bueno, Ivan se asoma un segundo y vomita contemplando el estúpido espectáculo mientras, a lo Monelle, Aba intenta curar la tristeza a Antonio y por primera vez es rechazada, con amabilidad, desde luego, pues críos y mujer esperan por él. 
¿A qué tanto Harvard o Yale, Mr. Amo del mundo, y trapacerías trepadoras y bellísima, frígida señora maquivélicamente asesinada y majestuoso departamente sobre la Quinta Avenida y vestuario Louis Vuitton y ese sistema de vigilancia híper digilitizado que, si usted no cayerá ahora, representaría su ruina? Y no porque, vea, "en el fondo de la fosa llevaremos la misma vestidura". ¿Sintió y disfrutó más que los cortertulios en esta opereta?, pregunto a lo lugar común y no.
Aguarden, salí por la tanjente y el tema es delicado. Vengo tratándolo desde que comencé este último viaje.
Aquéllos meses con papá me mostraron un placer desconocido. Acicalarse cuidadosamente por la mañana, vestir ropa fina de trabajo, trepar al auto sabiéndose persona respetable, producía sensaciones que multiplicaban mi mirada contra el Maldito, como llamé al caro espejo donde me bañaba, ¿recuerdan?, o los paseos por nuestro falso barrio bohemio deteniéndome a charlar con jóvenes de ricas familias, que despertaban guiños en modelos y condujeron a la guarida donde muchachas de barrios elegantes recibían consejos sobre seducción, impartidos por la mujer cuyos favores eligió Jim Morrison en su única visita a este país.
El poder estilo Wall Street lo descubrí acompañando al propio papá mucho después en sus citas con ministios, grandes empresarios y obispos y para asomos al capital milenario tuve también durante la charada juvenil, según les conté. 
Eso permitió un acercamiento a Matías Monteagudo, inquisidor que encabezó la Conspiración de la Profesa, a disposición en los cuadernos.
Sumen lo escrito sobre grandes salas de música en Leipzig. 
Comprendo o atisbo el placer producido por una camisa, un perfume, un tapete, una regia comida, el aroma de la piel que viste un auto elegante, un mayordomo como ordenan los victorianos manuales, una casa con desniveles, nichos y jardínes donde perderse, o decidir destinos por miles o millones. No es bicoca y deja pequeño al Walt Whitman yendo al mar para admirarse a sí mismo e insuflar el universo. Eternos, los faraones, Alejandro Magno, el ciudadano Kane versión Rokefeller -o sea, encriptado una vez muerto para renacer cuando la sociedad llegue a su altura. 
¿Tuvo más y mejor sexo Calígula que, ya no el hijodalgo Casanova, sino mi vecino del 7 con sus bacanales?
Sé, nos perderíamos a Wagner, sin el cual es difícil entender los días de este viejo, y Las mil y una noches, con cuyas primeras, hermosas palabras incia La Ilusión viaje en tranvía, y seguramente yo no viviría De prestado, pues los avances médicos permitieron que siguiera aquí a los cuarenta y cuatro años. A cambio se habría evitado el sufrimiento de Teresa, de doña Marta, de vaya a precisar cuántos construyeron el palacio para Godofredo o la Gewandhaus, decimonónica sala músical ejemplo. 
¿Repito a Bertold Brecht (https://memoriasyminutos.wordpress.com/2009/09/02/preguntas-de-un-obrero-que-lee-bertolt-brecht/)? No, él daba por supuesto nuestro pasado. Nosotros le ponemos dinamita, ¿verdad, abuelo?  

Ojos más grandes que estómagos
En 1827 el valet de John Randolph, que acompaña a su amo a Irlanda, mira “horrorizado los cobertizos de lodo y el alimento miserable de los campesinos”. Randolph es un plantador de algodón del sur de la Unión Americana y los abuelos de su acompañante, cuyo nombre no importa a los registros de la historia, vinieron de algún punto preciso de un África negra con tantas nacionalidades o más que cualquier otra gran región del mundo, pero tampoco importa.
Sam, según queremos llamarlo nosotros, no tiene manera de saber que la miseria que observa nació con un personaje cuyo nombre, Raleigh, sigue recorriendo los virginianos campos donde él nació. Ni que uno de los compadres de éste, el John Hawkins preferido por la épica inglesa sobre la piratería, hizo los suficientes destrozos en la vieja Erin como para recibir en pago las propiedades y el permiso de su reina, merced a los cuales dispondría de las naves y los tripulantes que lo harían el primer traficante de esclavos hacia los futuros Estados Unidos.
Europa y América Latina han prohibido ya la trata[1], pero en la república de las barras y las estrellas el comercio con los antiguos parientes de Sam, lejos de disminuir, crece y en los próximos veinte años pasará de los 1,771 mil seres involucrados, a unos tres millones y seguirá aumentado. Todos ellos resultarán objeto de una más celosa vigilancia, ante el temor de que se sumen a los cuatrocientos mil libertos escapados hacia el Norte.
Forman parte de un mercado que en tres siglos ha vendido doce millones de hombres, mujeres y niños, a quienes deben sumarse al menos otros tantos liquidados en la captura o que terminan sus días en los barcos de los tratantes. En cifras absolutas los últimos representan un exterminio casi dos veces mayor al provocado por la Alemania nazi, y en términos comparativos, considerando la población de ambas épocas, lo multiplica por veinte. 
El ochenta por ciento del tráfico se ha dirigido al Cuarto Continente a partir de la conquista de Las Antillas y, sobre todo, de la Mesoamérica capaz de permitir el asombroso crecimiento atestiguado por Cabeza de Vaca. Un continente donde otro holocausto se producía. Las enfermedades llegadas del Viejo Mundo eran las principales responsables de la muerte de veinte, treinta o más millones de indígenas, pero también la explotación sin tregua y el frío asesinato, como en el Haití donde un falso rumor sobre la existencia de oro, en meses termina con hasta el último de sus probables cuatrocientos mil pobladores.
Contemplando la expansión marítima europea que empezaba allí, un pensador francés escribía: “Casi temo que nuestros ojos sean mayores que nuestros estómagos, y nuestra curiosidad, mayor que nuestra capacidad de comprender”. El tiempo comprobaría que los orígenes de la en el siglo XXI llamada globalización, se daba a un consumo absolutamente irracional de recursos humanos y naturales, en relación a los beneficios para los propios hacedores de la empresa.
Las estancias azucareras, ganaderas, de tabaco y algodón, y la pequeña porción de las minas trabajadas por esclavos africanos, ¿compensaban el semivaciarse de la negritud? Y la plata, el oro, las maderas y colorantes, el surgimiento de sociedades coloniales españolas y portuguesas que en 1847 dan el espectáculo de México o mucho peor, ¿recogen de manera substantiva la pavorosa merma de los indígenas?
Incluso el surgimiento de la nueva potencia que son los Estados Unidos, ¿aprovecha en medida más o menos razonable el desgaste de los bosques y los ríos de los ponhatanes y los delawers, de los cheroquies y los shawnee, etc., más ricos quizás que aquéllos de la revolución agrícola tras la cual el centro-occidente europeo del medioevo se proyectó hacia la modernidad?
Algo semejante harán los franceses, ingleses, holandeses y belgas que en 1847 están dando paso a un nueva fase del colonialismo con el pleno acceso a las regiones que se han escapado parcial o totalmente: el interior africano, el corazón de Asia, Australia.
¿Y las decenas o centenares de memorias, lenguas, formas de vida, extinguidas o vueltas una caricatura, sin las cuales es inimaginable la comprensión de naturalezas que enmudecen ante Occidente, quien no termina por comprender que sus progresos en ultramar han sido sólo posibles por los naturales?
Europa ha borrado de la memoria los múltiples legados que recibió de las culturas americanas, empezando por el divino regalo del maíz y la papa, sin los cuales Europa no habría podido dar el salto demográfico previo a la Revolución Industrial, y los ensoberbecidos estadounidenses no recuerdan que su pasado no existiría sin la herencia que agregó divino regalo, a sus panes y demás; al apoyo político y militar de los Wendars y los otros; a las pieles que los colonos les canjeaban con hasta 96 tantos de ganancia, las huertas de ciruelas nativas y frutos de azúcar, la selección de una larguísima variedad de plantas silvestres que servían de alimento o medicina, las canoas de corteza de abedul, las tiendas, los métodos de caza, de pesca y de conserva, o hasta el modo de avanzar en son de guerra, uno a uno en fila, empleado durante la intervención en México.
Que decir de Cortés y su epopeya. En 1519 sigue los informes de Grijalva sobre los mejor provistos lugares vistos en el Nuevo Mundo, y a lo largo de la costa encuentra la sistemática hostilidad de los nativos. En esas condiciones progresar tierra adentro parece un reto que tomará un tiempo y unos recursos incalculables. Pero los enviados de Moctezuma lo encuentran, y no a la inversa ni por accidente, y así el más complejo estado americano le da las claves de Mesoamérica. Sin ellas los 500 hombres de don Hernán y los 700 que al poco se le juntan no habrían tomado Tenochtitlan con sus posibles 250 mil habitantes y sus dominios extendidos por una humanidad equivalente a la del imperio romano. No en balde sobre la obra un historiador inglés se pregunta: “¿Conquista o rebelión de pueblos sometidos?”
El propio conquistador y sus seguidores comprenderán con cuánta fortuna han corrido, al transponer la frontera norte mesoamericana y enfrentarse a esos guamares, guachichiles, etc., que con elementos infinitamente inferiores a los de los aztecas, mayas y demás les hacen una guerra sin cuartel a lo largo de cincuenta años. Y aún entonces estarán en la gloria, comparados con sus iguales que exploran las más ricas naturalezas sin los conocimientos, los productos y la mano de obra indígenas. Sino que lo diga Orellana, cuya expedición se vuelve un infierno al encontrar sólo desiertos en el Amazonas, porque los verdaderos vacíos no lo son de vegetación sino de seres humanos.
No, Occidente no ha comprendido su empresa “globalizadora”, ni lo hará en adelante, y de ese modo los europeos en Zimbawe, en el imperio chino o en Oceanía, y los colonos que tras la victoria de la intervención en México se precipiten sobre los territorios de los sioux, los crowns, los shasta y demás, dilapidarán cuanto encuentren.
Tenía razón el pensador francés aquél, quien al observar a los europeos extenderse por los mares concluía: “Queremos asirlo todo pero sólo abrazamos el viento”.


[1] En realidad la última nación en declarar la prohibición, Inglaterra, lo hará en 1830.


2019, septiembre 30
Un opinólogo ingenioso llamó 4ta Transición a la que dirige AMLO. 
-Término exacto -pensé-, cuyo reflejo representan fielmente usted y los demás en ese panel desalíñado y presuntuoso donde participa. Escuchándolos extraño hasta el programa dominical de expertos Telerisa. 
Luego vi otras dos mesas, muy buenas. Una con los equivalentes formados en la mejor izquierda y el segundo con periodistas críticos y puntuales. Probaban cuán difícil tarea tiene Obrador enfrentándose al poder que construyeron treinta años de enredosos pasillos, y lo animaban aunque no coinciden con él. 
-Es imposible desmantelar tal urdimbre sino hay una real tranformación -creen sin decirlo esta noche. 
Lo hacen rindiéndosele al presidente, insisto para dimensionar la situación del país.
A la mañana siguiente acompaño en una charla a nuestra periodista predilecta -niéguenlo, hermanitas y hermanitos-. Antes me cuenta brevemente cómo anda su vida laboral y recuerdo la mía cuando tenía su edad. Se ocupa de varios oficios.
Nos sentamos ante el corto auditorio que la 4T local nos allegó, formado quizás por casi solo trabajadores ¿alcaldesales?, debe llamárseles, en razón del curioso estatus capitalino, pues nuestra división administrativa no tiene ya Delegaciones y no alcanza todavía a los municipios -sobre la cuestión, AMLO, pasas sin ver y es gruesa herencia priista, tanto como esa señalada aquí tercamente y que se le relaciona.
No debería estar con Predilecta, a quien invité porque conozco el asunto de manera lateral, y soy recibido con cohetes y trompetas, mientras la minizan a ella. 
Habla de desaparecidos forzosados, cuestión que conoce por experiencia propia, y conforme avanza me sorprende, si bien sé cuán a fondo investigó la Noche de Iguala. Ha seguido el caso con visitas a las víctimas, padres, madres y compañeros, más allá de lo que el periodismo la obliga. 
-¿Sabes?, entiendo porqué te dedicas a otras cosas, renunciando a la planta en un periódico -le digo sin palabras.
Comprende que retrasado está el nuevo gobierno respecto a sus expectativas sobre Ayotzinapa, pero avala lo hecho. Cuando me toque echar la arenga que promete mi revolución mundial, aclarará para los oyentes:
-Demasiado optimista B. -Y agregará con su fe no menor. -Estoy convencida de que en algún momento los culpables serán castigados. 
-Predi -pienso mirándola. -¿Qué te metiste? 
Delirantes ambos, por oficio.
Este apunte toca dos temas. Respecto a la Transición y no Transformación falta sumar lo que aporta mi práctica. En cuanto a los oficios organicemos las insinuaciones. 
No introduzco algo nuevo al señalar trabajos socialmente utiles que no se pagan. Hace ciento diecinueve años Los grandes problemas nacionales mostró que las
mexicanas empleaban ¡el ochenta por ciento de su jornada echando tortillas!, alimento familiar base. En los mil novecientos setentas sindicatos europeos probaron: valorando monetariamente las tareas hogareñas no retribuidas, incluyendo abuelos e hijos menores, encontramos un PIB multiplicado por dos -aquéllas, pues, equivaldrían al que suele estimarse. 
La 4T se propone gobernar a través de instrumentos informales, dije a ustedes. Uno es el sistema para becarios, que tiene varios renglones, según creo, pues no encuentro información puntual. Lo más visible se dirige a una porción de los jóvenes -entre dieciocho y veintinueve años- que no estudian ni trabajan: dos millones y medio, del total formado por cinco y medio millones. Otras -¿o me confundo considerando su monto superior?- están otorgándose a promotores culturales. Están además los apoyos a adultos mayores, que en nuestra ciudad se dan a ochocientas cincuenta mil personas (les toca buscar, nietos: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/28096/Adultos_mayores.pdf).
Representan poco en términos monetarios: dos  mil cuatrocientos pesos para estudios universitarios y tercera edad y tres mil seiscientos si se recibe capacitación en un centro de trabajo.
Falta el Programa Sembrando Vida, destinado a
"sujetos agrarios, mayores de edad (...) con ingreso inferior a la línea de bienestar rural". 
O sea, asistencialismo puro, personal, y no subvenciones comunitarias, que creen infraestructura o alienten proyectos productivos sino por vía indirecta. Aquélla se construirá empleando recursos distintos, respondería Obrador, de preguntarle, y quitando sus muy controvertibles Trenes no distingo más planes en ese sentido.
No hay mala fe, juro, recordando declaraciones empresariales como esta del Banco Bilbao Vizcaya en México: "Educación y apoyo social, la gran apuesta por un país sostenible".
En todo caso, tengo hermanitas que gracias a las becas propias o familiares sienten un respiro -mis amigas padecen, a cambio, pues tras largos años de experiencia les trocaron por ellas sus puestos de estructura-. Así parecería compensarse el trabajo no remunerado... sin concierto alguno.

Julio 2, 1988
"Son asesinados Xavier Ovando y su ayudante Román Gil, del equipo de campaña del candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas", dice el titular. 
No teman, nietos. No voy a llevarlos de aquí para allá entre treinta años -vaya casualidad: un número cerrado; ¿el horror tiene plazos?-. Necesito, sí, reubicarnos.
Muchos años luego Guillermo González Calderoni, llamado por las autoridades estadounidenses el Elliot Ness mexicano, afirmará que el asesinato de Ovando se lo ordena Carlos Salinas de Gortari a Juan García Abrego, jefe del cártel del Golfo. ¿No tiene información de ello Fernando Gutiérrez Barrios, la figura omnímoda de la Secretaría de Gobernación en su cuarto sexenio allí?
¿El capo negocia las ejecuciones con quienes también largo tiempo después son instruidos formalmente por los hechos: Javier Serrano Sixtos, agente de la Policía Judicial en el estado de Michoacán, y su hermano Jaime, más tarde jefe de la unidad antisecuestros de la policía ministerial de Guanajuato, según esto en íntima relación con una banda de secuestradores?
Calderoni será acusado a su vez por Miguel Ángel Félix Gallardo, El Padrino, fundador del cártel de Sinaloa, de operar con “sus superiores inmediatos” el inaugural gran acuerdo entre altas esferas del gobierno federal y los narcotraficantes, a través de un reparto de plazas a comienzo de la década de 1980.
En realidad cuando es perseguido se le imputa una interminable serie de actividades criminales. Por ejemplo, combatir al cártel del Pacífico a favor del propio García Ábrego y su gente.
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“Entre asesinato y política existe una dependencia antigua, estrecha y oscura. Dicha dependencia se halla en los cimientos de todo poder, hasta ahora: ejerce el poder quien puede dar muerte a los súbditos. El gobernante es el superviviente (...) Tan pronto como la criminalidad se organiza, se convierte, tendenciosamente, en un Estado dentro del Estado.” 
Eso escribe Hans Magnus Enzensberger en uno de sus muchos grandes trabajos, bien conocidos entra la izquierda mexicana en los años 1970. Creo que no lo entendimos, al menos cuando se refería al tema.
Continuo transcribiendo el artículo que lo resume bien. "La estructura de tales comunidades de delincuentes reproduce fielmente las formas de gobierno de las cuales son rivales y competidores. Las bandas de salteadores medievales imitaban la organización feudal, entre los carbonarios del siglo XIX hubo bandidos legitimistas, la camorra napolitana se organizó de un modo más bien republicano, y a Salvatore Giuliano –bandido, no mafioso— se le consideraba libertador de Sicilia por la gracia de Dios. ´La mafia siciliana copió la estructura de un régimen patriarcal hasta en sus menores detalles, dispuso de una administración amplia, cobró aduanas e impuestos y disponía de jurisdicción propia´.”
En México se operó una variante y por ello Carlos Montemayor negaba sin dudas en 2002 el lugar común extendido entonces: nos colombianizábamos. Aquí el Estado hace uso del crimen organizado, a veces hasta perder su control.