domingo, 20 de mayo de 2018

Más allá de La Casa del Horror

Debo hacer de editor, jeje, pues definitivamente 
no dejaré que estos cuadernos queden en otro lugar.
Escribo en primera persona para relativizar el conocimiento. No soy sino "un mexicano que fruta vendía" -canción de juego infantil-. Por cierto, y viniendo a cuento por otra nota, aquí los teóricos marxista tienen solo rudimentos sobre la historia del mundo, lo cual... 

Al hablar de la violencia en México rigurosamente se apunta: solo Siria nos supera. Si sus números casi nos duplican, cabe preguntarse en qué círculo del Infierno estamos cada uno, imaginarnos cómo es aquello y observar cuán acertadas son las aquí machacones palabras de Robert Fisk: "Y, como de costumbre, serán los palestinos quienes sufrirán, con su tragedia totalmente olvidada en medio de esta locura".
A mi bloginstagram lo preside esta foto. La puse sin mínima clara conciencia.
No sé dónde en estos cuadernos me refería a un presente mundial que no tiene nada que envidiarle a los peores momentos de la historia: Bosnia, Ruanda, feminicidios, migrantes, pederastía, trata de personas, Medio Oriente. Hablé también de la crisis civilizatoria y creí ver en ella su lado esperanzador, pues si nos conservamos quizá cinco o diez años más podrá construirse al fin algo digno (¿debo pedir perdón a las mil sociedades "autárquicas" que posiblemente representaron otra cosa?).
Cinco o diez años, digo, pues los Malditos preparan para 2022 su primer viaje colonizador del espacio cósmico.
Y preguntan por qué no limpio la ceniza de mi computadora. En cuando a las cucarachas ya no tengo duda: las tolero para que me revelen cómo sobrevivir el Apocalipsis. 
¿Puedo volver ahora a nuestro viaje por el pasado, nietos?
Aquel largo paseo que a través de los libros inicié hace treinta años, tenía un propósito prioritario y otro aledaño. Van aquí las carátulas donde se reflejan no sus reales resultados sino los necesarios para conservarme en el paraíso.
¿Me promuevo?, ¿uso lenguaje metafórico? No, en ambos casos. El primero es fácil probarlo pues esos volúmenes quedaron ocultos en bibliotecas públicas, sin presentación y jamás volví a referirme a ellos -escuché rumores de que sirven aquí y allá; muy su pedo, jeje-. La segunda duda se despeja en Desde la azotea.
Andar por el pasado no tenía para mí un sentido vocacional, en términos profesionales. Lo hacía por obligación, recibiendo órdenes de las cunas que me recibieron: esta Red

de agujeros mal llamada México y el exilio de mis padres y abuelos.  Hasta donde sé, nadie desde nuestras tierras hizo un viaje parecido. Ni siquiera el gran trabajo que en principio seguí.
El propósito prioritario era avanzar sobre la investigación de O´Gorman. Paralelamente descubriría los siglos anteriores en el Viejo Mundo, tan lejos como pudiera ir. Para quien fue siempre un trabajador independiente, a contra reloj, ocho años equivalían, más o menos, a la eternidad.
Anduve por todos sitios, a veces con sabios Cicerones, a ratos en solitario. Si al terminar me obsesionaría con el colonístico 1492 y sus secuelas, que vieron como "todos los sólidos se desvanecen en el aire", quedé atrapado por la manía de ir más lejos. 
Aunque era obligado iniciar en el Mundo Mediterráneo, afortunadamente topé pronto al francés que mide sociedades y continentes y al estadounidense bien familiarizado con México, y su Europa y los pueblos sin historia
Aun así aquellos anglonormandos de Fisk aparecieron enseguida por las sagas que inundan nuestros países: Ricardo Corazón de León y pillos como él, partícipes en esa criminal experiencia llamada Cruzadas, a cuya intimidad me acercaría más tarde Marcel Schwob, multicitado por los cuadernos.
Gracias a tales ayudas hice algunos progresos sobre la obra de don Juan, sin su rigor, desde luego, y escondí mis libros porque eran indigestos. El viaje, consecuentemente, tuvo resultados más bien magros y confiando que haya madurado en mi cabeza tras tantos años, encuentra la oportunidad de resarcirse. (En Demasiado humano intento narrar la experiencia sin rollos, jeje.)
Hay dos famosos trabajos sobre el 1492 y no los empleo pues tienen un objetivo sin interés para mí. El momento sí, se selecciona solo, por su trascendencia en diversos sentidos. Especialmente el que se relaciona con la mentirosa reinterpretación del pasado -regla para cualquier nueva sociedad-, luego impuesta como verdad sin tacha. Europa oculta sus históricos vínculos con África, el Islam y el imperio bizantino, desaparece deudas monumentales y reiventa al planeta en la mente.
Lo hace creyéndose omnímoda y cae en una trampa cuyos costos deberían estallarle hoy. Bueno, España y Portugal pagaron hace rato, bien y bonito -por más que ¿no fueron un adelanto las dos Guerras Mundiales y las revoluciones comunistas (Rusia, China, Vietnam y Cuba, según entiendo, no eran cristiandad latina, jeje)?-. Montaigne ve claro desde el principio: "Nuestros ojos son más grandes que nuestros estómagos, y nuestra curiosidad, mayor que nuestra capacidad de entender. Creemos asirlo todo y apretamos solo viento".
Temprano aprecié cuán injusto era el trato moderno hacia Bizancio. Todavía se llama bizantina a una idea torpe, inútil, repetitiva, escamoteándole a la herencia romana oriental su calidad de reservorio para el antiguo conocimiento mediterránéo y Persa.