lunes, 6 de agosto de 2018

¿Para qué?

La pregunta siempre es ¿para qué?
Al inicio de los años 1960 Shūgorō Yamamoto gana el premio Naoki, por su obra toda. Lo rechaza. Mis "escritos populares" no deben considarse literatura. ¿Se siente menos o desprecia las grandes artes?
Para entonces publicó Un pueblo sin estaciones, en el cual Akiro Kurosara basa su Dodes ka-dem. Hay allí viñetas sobre hombres, mujeres y niños que transcurren en un aldea aparentemente absurda.
Cito la película con insistencia, por dos historias que resultan incompresibles sin el conjunto. El camino de la vida, lleva por título en español. Así parecieron concebir los dos autores ese extraño lugar, donde fracasar y ser infame resulta norma, entre personajes sabios o excepcionales en su nobleza.
El Japón que no duerme, cuyos trabajadores renuncian a vacacionar, jamás entenderá lo que allí se cuenta. 
SIGUE, QUE DEBO SALIR CORRIENDO. EN EL DÍA 1 DEL AÑO PRIMERO. 
Recién agarré carretera para siempre, me dejaron un resquicio por donde volver, a ratos lo hago y ahora la paradoja llega al colmo, pues ya no recuerdo cuando tuve mejor lugar -y no es entre los ganapanes a quienes dará chichi el nuevo gobierno.
Hace dos días comencé la revolución mundial y como rodará sola repetiré mi numerito: ¡Adios, gracias, sean felices!


Ese músico y esa gira se cuecen aparte. Por fuerza el Mr. se preguntó si era legítimo emplear tal despligue de recursos. Habrá pensado: Generamos muchos empleos directos e indirectos y sigue creciendo la plantita que llama a ser sensibles, inconformes, solidarios, Unx.
Aumentan los asesinatos, secuestros, violaciones, muertos por hambre o simplonas enfermedades, y el tandem Trump-Putin y socios quizá supera al peor de la historia.
De vuelta: ¿para qué, todo?
Los grandes músicos populares me llaman la atención, empezando por mi ángel guardían. Sus maravillosas, revolucionarias canciones, no podrían tener el impacto que hace cinco décadas transforma nuestras mentalidades, sin esos monstruosos aparatos electrónicos, de reproducción y difusión. Perdieron tierra, señores y señoras, creo, por mucho que en secreto sufrieran.
Dylan terminó volviéndose excéptico, me parece. ¿Nos miras como despreciables hormigas? Echa un ojo a tu alrededor. ¿Qué encuentras, redivivo Mr. Jones?
¿Te respetamos o solo se espera de ti una buena rola? Hay más poesía en nuestra Hattie Caroll, mexicana madre soltera que este amanecer sale rumbo al trabajo. Tu gruesa cuenta bancaria, o en Bolsa, vaya a saberse, financia a quienes le dispararán por servirles tibio el café.
Evitando tentaciones tapio la puerta por fuera, donde no encontraré pandereteros que aligeren el camino, entre millones de obligadxs foreversyoungs.
Mientras, dudo. ¿En verdad no continúa siendo el mismo? Eschúchese esa noche, hace relativamente poco.