miércoles, 23 de enero de 2019

Dilemas

"Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?", habría que preguntarle al autista yo, quien cree no existe sino lo por él percibido y como veo cedros, oyameles, pinos, uno por uno, y pierdo la sierra, ustedes, nietos, ateniéndose a mí, del México 2019 sabrán nada cuando crezcan.
Últimamente ya ni a las grandes noticias atiendo hasta que ellas me obligan."Familias prefieren meterse al huachicoleo que ser peones agrícolas" titula un diario. “Ganan 500 pesos como halcones (vigilantes) en el huachicol y 250 o 300, como ayudantes en el campo, pues prefieren el dinero fácil”, puede leerse después. Los escenarios son los mismos que presenciaron "la guerra contra el gasolinazo", cuya crónica empecé dos años atrás, como premonición (Cronicar). 
Nada exhibe tanto nuestras pústulas nacionales.
Mientras, al noreste se produce el mayor acontecimiento fabril en décadas: "Unos 30 mil trabajadores de 42 maquilas de Matamoros comenzaron ayer un movimiento de huelga". La esperanza renace, pues, donde nadie lo creería tras que inició eso llamado "guerra contra el narco".
Todavía en 2004 escribí:
“Ahora todo ocurre tan rápidamente que no puedo seguir el ritmo (…) Cierras los ojos un momento, o te das vuelta para mirar a otra parte, y aquello que tenías delante ha desaparecido.”
La novela de Paul Auster vino a la cabeza de uno al inicio de la reunión anual de la Coalición Pro Justicia en las Maquiladoras. Y con la novela un libro de ensayos de Martin Berman: “Todo lo sólido se desvanece en el aire”.
La novela y el libro se escribieron en los 1980, durante los inicios del proceso mundial que trajo a México, ya en cascada, las plantas a las que buenos motivos se les niega el nombre de fábricas y cuya tardanza en aparecer a la vista inquietaba ahora, en el paseo que nos daban en un camión y un microbús.
Era el tercer día de descubrir un mundo en el cual se revela descarnadamente lo que mueve al mío. Pareciera tenerse tan poco en común con la vida cotidiana de estas mujeres, sobre todo, y de estos hombres, como las de ell@s entre sí: trabajador@s de las maquiladoras del norte, oaxaqueñ@s y chiapanec@s que apenas empiezan a toparse con ellas, y activistas sindicales, religiosos y de causas ciudadanas de Estados Unidos, Canadá, Honduras, República Dominicana, Holanda, Corea…
Poco tengo que ver en apariencia, pero se diría que mis quejas de todos los días, las de mi hijo mayor y los amigos, las que escucho o presumo en el Metro o en la calle de la ciudad monstruo de donde vengo, aquí anuncian sin dudas, y no sólo sospechan a lo vago, un destino sobrecogedor. Por eso la novela de Auster me anda por la cabeza con sus visiones de futuro en las cuales el presente se proyecta y se revela.
Desde el camión y el microbús que nos llevan a la visita al parque industrial, las extraordinariamente dispersas orillas de Río Bravo, Tamaulipas, improvisada como ciudad justo durante las últimas dos décadas, quedaron unos diez kilómetros atrás y no topamos sino la pobre hierba tropical que permiten los arenales de la región. El llano tiene un aire no de campo sino de lote baldío, que reconoce cualquiera que haya nacido en las afueras de una urbe, enfebrecida por crecer. Un lote baldío inmenso.
Por una interesante serie de motivos, las zonas fabriles se levantan siempre en lugares retirados, pero esto es un exceso inexplicable incluso considerando la presencia de Reynosa, la ciudad contigua. ¿Por qué aquí las colonias obreras no crecen cerca de las plantas, si de seguro nadie espera fraccionar para gente de mayores recursos estas tierras flacas? ¿Hubo quienes creyeron en una proliferación sin fin de las “golondrinas”, como pronto llamaron a las maquilas?¿O fueron las protestas de los primeros años por sus efectos sobre las comunidades, las que crearon este colchón?
La Coalición tiene sus orígenes en una reunión celebrada en 1989, que resultaba de la angustia y de un una cierta dosis de ingenuidad: la libertad irrestricta del capital, de la cual eran producto los acuerdos comerciales que conducirían a la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), podía frenarse. Las fuerzas que se reunirían para ello no eran despreciables: las dos mayores centrales sindicales, grupos ecologistas y comunidades de numerosas las Iglesias cristianas, algunas con acciones en empresas trasnacionales. Todos ellos de los Estados Unidos. De México asistían trabajador@s de las maquilas, a solas o en pequeñas organizaciones 
Para entonces General Motors, Johnson and Johnson, ITT, Dupont, Azarco, General Eletric y otras muchas corporaciones habían montado plantas a lo largo de la frontera mexicana. Decenas de miles de empleos se perdían en Detroit, Chicago, etc., y poblaciones de la franja próxima al norte del Bravo conocían lo que se calificaba de epidemias de enfermedades degenerativas relacionadas con tóxicos.
En Brownsville se seguía con alarma la forma en que en Matamaros, a tiro de piedra, la llamada Hilera Química arrojaba a las corrientes de agua cantidades de xileno que rebasaban 53 mil veces las normas ambientales, y el pentaclorofenol, un célebre cancerígeno, andaba libre por el viento. Al cabo de dos años en la población texana se registraban 36 casos de niñ@s que nacían con cerebros incompletos, y los abortos indeseados advertían convertirse en tema de todos los días.
Allí mismo y en otras ciudades de Texas, de Nuevo México, Arizona y California, los centros maquileros de Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Nogales, Tijuana y demás, las emisiones del propio xileno, de petroleum, de naftalina, metileno, etilbenzeno, cromo, plomo… alcanzaban proporciones de hasta 250 mil veces por encima de los estándares aprobados, y aumentaban los enfermos de lupus, leucemia y otros cánceres.
Si las organizaciones de los Estados Unidos representadas en la Coalición que se formalizaría en 1991, aspiraban a detener el pandemonium que daba la impresión de presagiarse, debían actuar más allá de la frontera, donde por lo obvio la historia se repetía geométricamente, de modo que, por ejemplo, los recién nacidos con anacefalia en Mamamoros, Nuevo Laredo y su entorno no eran 36, como en Browsville, sino justo diez tantos más: 360.
En esa misma zona de Tamaulipas cientos de miles de personas, en buena parte llegadas del centro y el sur de México, vivían condiciones que en la gigantesca capital del país sólo quienes habitaban en las proximidades de los tiraderos de basura podían imaginar: ríos y arroyos que traían muerte, lodazales que no había modo de evitar y que producían un rosario de enfermedades, y una miseria detenida un momento antes de estrangular únicamente porque a cambio del magro alimento y las casuchas de cartón y lámina, se dejaban cachos de manos, brazos, pulmones, y se contribuía a un régimen en el cual años después Ciudad Juárez descubriría la intimidad del mundo de mujeres alentado por las maquilas: unas 400 jóvenes violadas, torturadas y asesinadas, y decenas de miles objeto de acoso sexual, cumpliendo en un número significativo el papel de madres solteras.
Las imágenes de la novela que poco antes, en 1987, Paul Auster publicaba, parecían una fantasía del horror: “cada día se produce un cataclismo”, “hay personas tan delgadas que a veces se las lleva el viento”, hay clandestinas carnicerías humanas y sectas llamadas de “los perros” o de “las serpientes”, según la forma de vivir a rastras, sin levantarse jamás, confiando en redimir así el pecado y detener la desgracia.
Pero el país detrás de estas imágenes resultaba familiar para la época: seres humanos trabajando a comisión como pepenadotes de desperdicios, por ejemplo, que por las noches espantaban el frío cubriéndose con periódicos en edificios semiderruidos, parques y estaciones de Metro.
En todo caso, ¿era menos absurda la historia de Tere, quien nos guiaba en el paseo al parque industrial, inutilizada del túnel carpiano de la mano derecha y de los tendones del brazo y el hombro del mismo lado, por quitar rebabas a cilindros para helicópteros militares en un movimiento repetido 870 veces por hora?  
El parque industrial aparece al fin, y con su vista vuelan las animadas propuestas de los chiapanecos y la animada memoria de uno sobre las luchas fabriles en los 1970, en torno a manifestaciones, reparto de volantes, reuniones semisecretas en la esquina y demás.
Rodeado de nada, con una sólo acceso para vehículos vigilado por policías industriales, aquello es una virtual zona franca. 
La huelga que se produce en 2019, necesariamente resulta de un largo trabajo organizativo y desafía eso incalculable quince años atrás, pues no hay región más castigada por el crimen organizado y las fuerzas y funcionarios públicos y empresarios involucrados con él. Ni siquiera esas fantasmagóricas plantas golondrina sabían antes lo que vendría. ¿O sí? ¿Ya capitalismo del fin del mundo, abrían camino al régimen cleptocrático?
Para 2010 hice El corrido de los tercos, que conmemoraba cincuenta años del Frente Auténtico del Trabajo. Su resumen sobre este tema lénalo en información en 1986, digamos, y AMLO 2019. Iniciaba así: 
En el año 2000 Dale Hartheway, un hermano sindicalista de los Estados Unidos, escribió: “Los corridos mexicanos cantan al dolor y al orgullo, al gran amor, el gran valor, las grandes traiciones y los grandes sufrimientos. Y en su voluntad de contar la historia de la gente común, que ríe a través de sus lágrimas, es un testimonio de la determinación del pueblo para que lo más importante –sus sueños, su dignidad- sobreviva”[1].
Las luchas de los trabajadores y las trabajadoras de México son como eso: un corrido que se canta hace mucho y se renueva cada día, entre las mayores carencias y los más brutales abusos del poder. Un corrido, sí, en el que como bien sabe Alfredo Domínguez, “avanzas, peleas, ganas, retrocedes, avanzas, peleas, ganas, retrocedes”, una y otra vez.
¿Al final para qué? Para construir un sueño, al que desde siglos atrás se le llama utopía. Es el sueño de una sociedad justa, democrática, solidaria.
Uno mira al país de hoy y pareciera que años y años de huelgas, tomas de tierras en el campo y en la ciudad, enfrentamientos con fuerzas públicas, organización y más organización, sirvieron para nada. Que se acabó el corrido, que se acabó la utopía. Que cada vez más los de siempre –grandes empresarios, políticos corruptos, jueces vendidos al mejor postor- todo lo silencian y controlan.
Pero no es cierto. El corrido sigue, la utopía continúa, las más de las veces calladamente, construyéndose tan poco a poco como cuanto hace el pueblo y cuanto merece la pena. Ahí andan los sueños, que no sólo están en la cabeza, que van cobrando forma y no pararán.

No se trata de palabras. Basta recorrer la república acercándose a los militantes del Frente Auténtico del Trabajo (FAT), a sus organizaciones y a los movimientos que representan o asesoran, para certificar que quienes dieron grandes contiendas en el último medio siglo, aunque se les creyera derrotados para siempre, no se detuvieron nunca.

¿Realmente nada paró? Sí: la lucha fabril y con ella, claro, en nuestras plantas golondrina, vueltas el sector industrial con mucho más dinámico a lo largo ya de todo México. Ahora brotan como erisipela sobre todo entre Querétaro y La Piedad, pleno Bajío, pues, única zona donde la derecha gano electoralmente el primero de septiembre. ¿Sorprende que tales tierras estén hoy al frente en tasas de asesinados?
Volviendo a Matamoros, no fue la combatividad obrera quien empezó confrontando a sus patronales y "sindicatos fantasma": "Emplazadas a huelga desde el viernes, de las 45 maquiladoras que tienen contrato con el Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales de la Industria Maquiladora en Matamoros (Sjoiim), 20 enfrentan paros en sus líneas de producción, lo que ha dejado en 10 días pérdidas de 100 millones de dólares, según estimaciones de la Asociación de Maquiladoras de Matamoros."
¿Pervivieron núcleos organizativos entre las y los trabajadores? No pareciera. 
En cualquier caso, la Secretaría del Trabajo federal calla protegiendo el decreto presidencial, seguramente atónita. 
"El aumento del salario mínimo en la frontera, de 88.36 pesos a 176.72, luego del decreto presidencial firmado por Andrés Manuel López Obrador, no ha generado hasta ahora un beneficio para los obreros que laboran en las maquiladoras de esta ciudad y, por lo contrario, los patrones han comenzado a escamotearles prestaciones sindicales históricamente ganadas" y amagan: "la Confederación Patronal de la República Mexicana local, advirtió que las maquiladoras están listas para llevarse su inversión a otras regiones del país antes de aceptar las peticiones."
A primera vista, entonces, tiene razón el viejo ideólogo campesinista hoy de Morena: no será el movimiento social quien principie la protesta, sino nuestra derecha.   

[1] Del recién citado libro de Hathaway Allies across…pág. VIII.