Faltan siete días para marchar y pruebo si puede hacerse un relato corrido de las últimas semanas, meses o años. Será yendo adelante y atrás en el tiempo todo, presente y pasado, imaginariamente y no.
I
No se va quien no quiere, así que siendo las
4:45 am del 29 de noviembre, 2017, agarro carretera hasta siempre.
Un setentón con mochila al hombro es buena
noticia aunque no vaya a su patria prometida ni donde Ana suponía cuando empacaba mis cosas.
II.
12 de mayo, 2017
Ya
que estalle esto, pienso a solas o con otros, y cuando veo el apabullante
despliegue de fuerzas públicas me sobrecojo. Detrás tienen eso multiplicado
cientos de veces y su función es advertirlo. En reserva, sus ejércitos
informales (crimen organizado, paramilitares).
No imaginas la clase de guerra anunciada aquí, digo a la
Inesperada, como yo mal intuyo la de tu pequeña ciudad.
-Haz la crónica y olvida los discursos -me digo. -¿De
qué?
Nuestros buenos anunciaron marchar hacía un punto delicadísimo. Querían
desquiciar a los Malditos para ir por otra, más breve ruta. Lograron a medias
el objetivo y el cerco se redobló hasta tenerlos cuerpo a cuerpo. Parecía que
se les echarían encima, sobre todo cuando al lado suyo aparecieron quienes
nunca hay manera de precisarles la intención, pues son cal y arena.
Lo sé gracias a Lupita, una mujer que no doblegarán y sonríe esta
vez. Recorrí cada rostro en torno preguntándome quiénes recibirán toletazos,
prisión o algo peor, que no detendrán la marea hasta ¿qué?
¿De veras creo que escribiré la crónica de aquí en adelante, necesariamente pobrísima?
Hago lo posible por mirar desde dentro y hay tantos interiores que no sé
por dónde empezar.
-Están nucleando todo -dije a un hermanito.
-Sí -respondió pensando en los ambientes universitarios.
La marcha anterior fui con él y su contingente era pequeño.
¿Quitando al magisterio, todo se reduce a muy poco? No. En cualquier caso Prende
la mecha y verás cuán lejos llega, reza una máxima.
Otra vez renuncio a la crónica. Mañana habrá elecciones y
aguardando los resultados escupiré tonterías.
-0-
Pasó mañana y circula la fotografía de policías estatales
que intimidan a un candidato de izquierda. En la red social publico:
Esto van a hacer en adelante. Eso y
usar a los cárteles. Ya no les basta el control mediático ni las Monex
Y después:
Tuvimos una Revolución y una
posrevolución muy activa. Luego sesenta años de priismo corporativista. Nuestra
cultura política es muy compleja y desde 1988 suma una pervertida democracia
formal y un peso del crimen organizado que envidiaría Al Capone. ¿Cómo se
maneja eso?
Bueno, hago la crónica a mi manera.
Creí que el país estallaría al aproximarse las elecciones de
2018. Ahora espero lo haga pronto.
Lunes hoy, el jueves los cercados empujarán nuevamente. No
tienen alternativa. ¿Nuestros Malditos preparan otra noche de Iguala?
El resto de los cuadernos encuentra un final. Este
aguardará.
Llama Lupita.
-Nos vemos a las doce.
-0-
¿Por qué se retiró casi por completo el operativo policiaco?
¿Contó el fracaso relativo del partido gobernante en las elecciones parciales?
Continúan llegando contingentes y el jueves lo harán de
forma multitudinaria. Hoy al sur extremo un pueblo salió en defensa de quienes
eran gaseados. La crónica no la haré yo sino ellas y ellos, como esa estupenda
que me entregó un compañero sobre el desalojo-semisecuestro.
Pasan unos días y tengo los testimonios sobre lo sucedido. Narran
con gran detalle y la historia tiene tonos épicos y resulta doblemente esperanzadora.
Hay gases que abren los poros y otros penetran produciendo ahogo. Fueron
prohibidos en la primera Gran Guerra, un siglo atrás, y dan universal servicio
contra la protesta. Los lanzan policías a pie, tanquetas y helicópteros. En esa
jornada ahora famosa las y los compañeros pretendían cerrar una carretera, no
tuvieron suerte y en compensación horas más tarde asaltaban el hotel que
hospedaba a una parte de los uniformados. Les quitaron hasta la ropa.
Para entonces el movimiento había ganado a la población
local y regional. Ciento cincuenta municipios distribuidos por una agreste
geografía estaban de su lado.
Pueden escuchar el relato, S y E, en un espacio que comparto
con mis hermanitas y hermanitos.
-0-
En la red social:
Empezaron los dos años más importantes desde
el fin de la Revolución. Se juega el futuro
Juntemos ciudad y campo, dije a la Inesperada, y luego el
hombre más agudo que conozco soltó en una charla:
Falto de recursos naturales el capital necesita otra vez
tomar tierra. A una acción en la bolsa de valores no puede dársele cachetadas.
Ahora nos vemos frente a frente(1). Citando también de memoria a un gran
pensador alemán(2) la plática inició con un ¿Debemos
empezar preguntándonos por quién luchamos? En principio y antes que nada, por
los del pasado.
¿Las crónicas son así? ¿Y los hechos que deben presidir?
Fabula un poco, pues el género permite todo. Hazlo al modo en el cual Chris
recrea a los grandes malditos urbanos para nuestra radionovela ilustrada.
Dibuja seres pequeños por miles, royendo la base de un edificio. ¿Escuchas? Su
obra incansable, impura, como los trajes o las miradas que portan y no son
distintas a la tuya: generaciones y más generaciones en ellas, cometiendo
pequeñas maldades cuyo daño es mucho más que una bicoca.
Acostumbras, acostumbro, pues uso en tercera persona la
primera, referirte al diario
asesinato del deseo, saben bien ustedes, nietos. Este caso puedo
documentarlo socialmente si asomo a una frase anterior: Nuestra cultura
política es muy compleja.
Hace nueve años se produjo la mayor revuelta en décadas(3).
Regional, era modélica -creaba un modelo muy eficiente, pues- y comenzó cuando
el poder rompió una regla: negociar con las comunidades. ¿Se vendían? No a
cambio de una dádiva sino de los recursos indispensables para reproducirse.
¿Enajenaban su libertad? Sólo una parte, y la insurrección era la muestra. Queremos todo, decían también
ellas(4).
Trotsky convirtió a la huelga de 1905 en su sujeto narrativo
y dieciocho años después Larisa Reisner habló por la comuna de Hamburgo. En
cada caso tenían los sucesos frente a sí, como John Reed al escribir México insurgente o Diez días que conmovieron al mundo,
o X y Y aquí y allá, siempre geniales.
¿Mi protagonista es el plantón donde confluye la lucha
magisterial? No debería despegármele un minuto, entonces, y estoy obligado a ir
y venir observando otras cosas que suceden cerca o muy lejos. Algunas se ocultan
sin desearlo y sé que el futuro se juega en ellas tanto como en cualquier otro
lugar privilegiado. La resistencia a la minería en la Sierra Norte de Puebla,
digamos, acaudillada por una organización ejemplar, Tosepan(5).
-0-
¡Hago llamadas a pie de página, Ohsis!, ¿qué sucede? No
perdí el sentido ya por completo, les aseguro, y quizá paso por una de las
etapas más cuerdas. Es que nuestra realidad empuja como nunca antes y necesito
asideros. El cuaderno entonces rompe sus reglas y nombra.
A los sesenta y nueve años podría fabular por primera vez. No
estaría mal una segunda vida para dedicarme a eso, dije en mi pequeño
barrio virtual.
¿Se acuerdan, nietos, de mi compadre gorrión, que viene a
visitarme a la casita? Según asegura la Inesperada en una de sus canciones,
viéndolo desconsolado porque no me encontraba a nuestra hora convenida, lo
acostó a mi lado en la cama, y yo tomé fotos de él con ella charlando en esta
sala donde escribo.
Solidario acto el suyo, que luego vuela de pretil en rama y
tiene un hogar construido con varas.
Equilibristas, la Tic y este abuelo de ustedes andamos por
el alambre, trastabillando y cayendo a ratos. Él se para en los callejeros con
una confianza absoluta.
¿Cuánto fabulo y cuánto registro la historia sin más?
Aprovecho para presumir, pues se tiene la impresión de que
soy un fracaso patológico. A mis treinta años y gracias a treinta o cuarenta
cuartillas semanales con las cuales sostenía a solas el suplemento cultural de
un gran diario, nuestro gran cronista me ofreció pertenecer a su equipo.
Charlando coincidimos: yo no cabía en los círculos literarios.
Después
hice mucha crónica social en una revista estrechamente ligada al movimiento
obrero, que duraría años.
Hoy
la calle se encarga, esta vez en el sur más cercano. ¿Cómo atendemos tal serie
de acontecimientos? Bueno fuera vivirlos y no se puede. Lo digo por mí y
decenas o cientos de miles. El monstruo se cimbra, pareciera, momentáneamente al
menos. O más, en un medular punto: las televisoras caen en picada. Nada les
marcha según calcularon quienes tres años atrás venían por todo.
En las barricadas la sangre, todavía contabilizable,
sumándose al terror cotidiano.
Según la fragmentada transmisión en vivo, los reportajes,
las fotos, lo que dicen amigos y conocidos, larga noche vivieron en la ciudad
que hace una década representó la resistencia. Entonces me informé puntillosamente,
animando explicaciones de quien sabía. Sólo eso. Ahora puedo algo más y no
tiene caso sino como percepción por la piel y derecho a compartir un
lugar.
Larisa Reisner no hizo notas así cuando cubría
insurrecciones.
Cómo hacen falta viejos que transmitan seguridad con su
experiencia de lucha. No sirvo para eso,
escribo por ahí.
-0-
Nuevo día cero. Camiones militares disfrazados de policiacos
-aquí eso devino en ley- pareciera que llenan una carretera. La noche espera
por otro capítulo cada vez más intenso. Tanto que el partido cuya carrera es
paralela se decide a sumar fuerzas. Si su líder lo hace no cabe duda: debe
jugarse el todo por el todo de una vez.
Mientras, el movimiento crece y la autoridad envía nuevas
fuerzas. No podrá con tanto, pienso y me equivoco. Los uniformados son cortados
a medio camino por comunidades cada vez más decididas.
Mis jornadas incluyen sin falta el campamento para tareas
secundarias y continúan los testimonios. Ahora sé que la utopía se dibuja en
detalle no sólo donde pensaba. Quienes luchan construyen a la vez alternativas
de futuro y en mi desmesura ya no me preocupan los malditos sino cómo pueden
hilarse esos nuevos proyectos. ¿Perdí el magro equilibrio mental en que vivo?
III
20 de septiembre, 2016.
Mi puerta exterior
siempre está abierta, Ana entra. Trae una mochila, dejo de meter
cosas en la que preparo.
-Lo hago yo –dice.
No entiendo nada.¿Si enloquecí al fin sin
remedio por qué el teléfono suena con impaciencia registrando a Lupita? ¿Me
atreví realmente a pedirle que buscara un trabajo para ayudarlos? ¿Y esas
sirenas afuera?
-Estoy confundido, A.
-Perdona.
Sus ojos parlotean sin moverse.
Pasaron cuarenta años desde aquella primera
vez. Teníamos quince y yo hoy casi setenta. Las cuentas no cuadran. Debería
pedirme contestar la llamada y ni palabra soltará, sé, pues llegó "nuestro
tiempo".
¿Y esa canción ahora? Cierto, pertenece a mi
más maniática cinta y aun así, justo en este momento, resulta sospechosamente a
modo. ¿Musicalizo la película?
Otra vez el teléfono.
-Hola, no escuchaba… Calculo que a las seis…
¿Importa que vaya acompañado? Nos acomodamos en cualquier sitio… Luego le
explico… Gracias, un beso.
A hace nudos y calla. Nada la sorprenderá,
molestará, preocupará. Ni marcharnos en el peor momento del país, según cree.
Los grandes amores jamás yerran, grita un imaginario letrero luminoso.
Ella, así, en mayúscula, parece salida de un
sueño, como yo y lo demás. Busco el espejo al costado. Me reconozco.
-Espera, hablo a mis hijos.
J contesta.
-¿Qué nuevas? –pregunta sin tránsito.
Cuento entrecortadamente, evitando palabras que
disparen alarmas policiales.
Me corren siglos por la cabeza, cuelgo.
-¿Nos vamos?
-Hay tiempo -contesto tratando de ganarlo para
pensar y ella no lo permite por su mera presencia. La quiero tanto e imaginé
tan bien la coyuntura nacional, que así permaneciera sano...
Despierto aliviado y triste. Hay sirenas
corriendo, suena el celular. ¡Es Lupita! ¿Y A?
Respondo.
-Hola... ¿Una reunión...? Sí, claro. Beso.
Fumo y en la sala encuentro al abuelo, muerto
en 1950; a Agustín y el Grillo, a quienes no veo hace décadas; a la niña que
quedó coja durante un bombardeo; a Brian O´Donnell, según deduzco, y un
personaje fantástico con rasgos sioux.
Doy media vuelta entre sus quejas.
-Don Alonso Quijano, te alcancé.
-No tengas miedo, B.
-A.
-Ven.
-¿De veras estás aquí?
No se da cuenta a qué me refiero.
IV
Camina,
alguien dice Compermiso, tres metros allá se sienta, ¿cuál de los dos?,
No puede estar aquí, lo amonesta un hombre en uniforme, enérgico, sin
mala fe, el orden es el orden, sabe cualquiera y todos dudan si eso
tiene sentido. Vuelve a levantarse, las nubes pasan, bajas, rápidas,
gruesas, apenas repara en ellas, ni ellas en él, claro, así debe ser,
cada quien a lo suyo, está bien, no hay qué de quién.
Solo camino, primera persona del singular, como la segunda y la tercera, piensa,
y también hay nosotros, nosotros, sí. Pensar, tan natural y absurdo.
Miro, pues, a una anciana al paso. Su rostro es digno y hermoso Déjeme
que escarbe en él, Anda, contestará, si le pido permiso. Nos hemos ido,
ella y yo, y no volveré a encontrarla.
Miente la leyenda del cuaderno. No existe país ni oportunidad ni tiempo preciso. Unicamente el camino.
Al fondo hormigas humanas levantan una contrucción a la velocidad que no se extraña aquí, donde podemos contar los segundos.
Hay preguntas estúpidas: ¿cuánto falta? ¿Para dónde?
¿Y el abuelo y la amita, con quienes iba? Vaya a saberse, nadie se pierde.
Otro niño acaba de morir, o lo gasearon o fue violado, escucho. No
precisan género ni lugar. Las almas buscan inútilmente guardarse para
ocultar su pena, pues necesitamos creer. Sucumbirán los sin fe y cada
uno y una que falta es merma irreparable.
No pares, vuelven a decirme, Quisiera, tardaré muy poco, respondo, Más adelante, O atrás, tercia alguien.
V
Julio, 2017.
Muerde el frío esperando el autobús y al
abrir los ojos, a pesar del sol macho que entra por la ventanilla. ¿Cuánto
habremos descendido en apenas cuatro horas? ¿Mil, mil quinientos metros o más?
Siento haberme perdido esa fantástica
transformación del paisaje -pues no es más por ahora- que sin falta asombra
cuando se deja la ciudad monstruo hacia ambas costas. Ahora son pinos y otras
coníferas cuyo nombre nunca aprendí, en un rato los copales, guajes, avizaches,
cazahuates, tepehuajes, que los campesinos me enseñaron a llamar, y luego
llegan las selvas, así, en plural, pues hay de varias alturas, secas hacia este
costado.
En momentos parecieran tierras vírgenes y
sabemos que eso no existe aquí hace mil años. Es por el despoblado a orillas de
la carretera hecha sin respeto hacia los hombres y mujeres reunidos en
rancherías, y por esa sabia forma para aprovechar laderas y quebradas que una
agricultura ajena no reconoce como tal.
-¿Vamos? -preguntan al mediodía.
-Sí -respondo postergando la tarea de contar.
Arriba quedó la señalización que me traía
historias trágicas. Esa sierra es bien conocida por mis amigas y quizá costó la
vida a Digna Ochoa. ¿Iré algún día? Hoy su amos son Templarios -no hay casualidad en
el nombre, ¿verdad, Malditos de las Cruzadas?-, y a menos que para cosas suyas
me lleven los compañeros seguirá revoloteando en mi imaginación. Bien visto, no
sería raro: de donde vengo el "Sur geografía profunda" resulta
exotismo puro. Aquí se habita.
Para subir a esta hermosa, modesta casa en lo
alto, quien me acoge prendió las luces interiores del auto. Así pueden
reconocerlo los halcones y sicarios locales. La extraña guerra ya no es
distante, pues.
VI
Como
saben, nietos, mi abuelo Belarmo hace años vive conmigo. Uno noche
paseando juntos se cruzó con otro hombre que me obsesiona, V, y no
pudieron reconocerse.
Éste escribió:
"Que la pena pueda pasar y que se siga viviendo
después, fue para mí un gran asombro. Sobrevivir es la cosa desconcertante
entre todas (...) ¿Por qué sobrevivir si no es para aquellos que no sobreviven?
Los muertos para mí están muy cerca de los vivos, no discierno bien la frontera
que los separa"3. ¿Sabía que su último viaje era a las tierras donde poco
después accidentalmente y no yo nacería? Qué importa. La cuestión está en el
pasado. Hablen quienes murieron, también apenas diez minutos atrás. Que lo
hagan ya un hipotético primer día y lleguen sumados a los años que quieren
servirme de referencia. Debemos empezar en 1415, parece, en una ciudad por la
cual debí atravesar quinientos ochenta años despúes sin hacerle demasiado caso,
pues buscaba tres siglos atrás hacia su sudoriente próximo.
Bereberes, llaman a los pueblos que desde la prehistoria
habitan estos lugares, o magrebis o almorávides ahora, cuando el Islam
occidental hace tiempo hizo crisis y no es la espléndida cultura cuyos restos
persigo en 1990.
Esperen, que me pierdo. Volvamos a 1415, o mejor, pocas
décadas después, cuando los entonces Amadises en ciernes se echan por primer
vez al Atlántico y para su civilización las islas vuelven a navegar delirante,
imaginariamente.
El mundo está condenado hasta nuestros días o para
siempre, si el viaje que emprendo resulta de meros buenos, inútiles deseos,
¿verdad, abuelo?
-¿Qué haces aquí, en la Costa? -pregunta.
-Sigo el rastro o huyo, cómo saberlo.
-1415, dijiste, y el año yo mas bien lo tengo como
1291.
-No vuelvas a citar al tipo ese. Menudo farsante.
-Pero llegó.
-Siglo y medio luego de quien nos sirvió de guía.
-El efecto no fue el mismo.
-Tienes razon. Entonces vayamos atrás: 1096.
-Terminarás en Matusalén.
-Déjate de bromas. A 1459, cuando
el mapa.
-¿De qué coño mapa hablas?
-El que condujo a 1487.
-Cago en Dios, vaya enredo.
-Muertos es nuestro tema, ¿no? Y jamás los hubo
más que allí.
Fechas, muchas fechas, todas atestadas de sangre o
anunciándola a raudales, ahora andamos tras el África negra, barbarie entre
barbaries.
"Durante 500 años, desde Senegambia en el Oeste
hasta el litoral swahili del este, el tráfico de esclavos llevó millones de
personas hasta las costas para ser llevadas a otras tierras..."4
Cuestión delicada, según nuestro autor, pues en la trata
participarían Estados y comunidades negras.
-Pueblo es pueblo.
-Nada en la historia de la humanidad fue tan
cruento.
-Y eso es mucho decir -dice mi mentor citando las
palabras que juntos escribimos:
Enfermeras
y enfermeros de un psiquiátrico, agentes o testigos de un festín del gusto por
el poder convertido en deseo, luego asesinados, como adelanto de miles de
ajusticiamientos a cielo abierto y fosas comunes con las huellas borradas;
juicios sumarios, campos de trabajo, palacios reconvertidos a base de horcas,
sillas eléctricas y látigos con clavos en las puntas; padres amenazados con la
muerte cumplida de un hijo para que otro, fugado, abandonase su escondite, o
colgados de propia mano como único camino para escapar de la terrible elección;
mujeres rotas sin remedio, que no sabían si algo más podía perderse en el
periplo inútil de evitar el fusilamiento del marido; damas en fiestas populares
riendo al obligar a cantar a la joven que esperaba para enterrar un cadáver
producto del justo castigo ordenado a un juez por el divino verbo; hogueras de
libros, ojos espiando por las rendijas de todas las horas…
No en
balde al inicio de los 1950 Blas de Otero, el aún más o menos joven poeta,
decía:
"Aquí
teneís, en canto y alma, al hombre
"aquel
que amó, vivió, murió por dentro
"y un
buen día bajó a la calle: entonces
"comprendió:
y rompió todos sus versos (…)
"olas de
sangre contra el pecho, enormes
olas de
odio, ved, por todo el cuerpo."
Y Damaso
Alonso: “Hemos vuelto los ojos en torno y nos hemos sentido como
una monstruosa, una indescifrable apariencia, rodeada, sitiada por otras
apariencias, tan incomprensibles, tan feroces, quizás tan desgraciadas como
nosotros mismos (,,,) o nos hemos visto entre millones de cadáveres vivientes,
pudriéndonos todos (…) Y hemos gemido largamente en la noche. Y no sabíamos a
dónde vocear.”
VII
Si
México entra al periodo más importante desde su Revolución -hace cien
años- y en el mundo se juega el proceso civilizatorio -diez milenios-,
¿importa qué sucede a cada una y uno alrededor? y ¿cuán lejos alcanza
éste?
Por mi perfil tengo en twitter mil
setecientos seguidores. Casi todos son de Medio Oriente y nadie en las
cuentas FB que reúnen cuatrocientos méxicanxs y veinte hispanoablantes
más, hace mayor caso cuando publico noticias relacionadas con Siria, Palestina y sus entornos.
"Cada año, entre 500 y 700 niños palestinos de Cisjordania son arrestados
e interrogados (bajo tortura a veces) por las fuerzas israelíes, antes de ser juzgados en
juicios militares."
El fenómeno se acusó tras la decisión estadounidense de trasladar su embajada israelita a Jesuralem, reclamada por los sionistas como residencia natural del Estado judío. Éste no representa desde
luego a todo su pueblo y menos a los hebreos esparcidos en el planeta,
quienes así quedan expuestos al terrorismo desesperado o que nació tras
cuidadosos calculos hechos a ratos en los propios Estados Unidos, Gran
Bretaña o Francia, países que a la vez aparecen también como blancos.
Hay
fotos terribles sobre esas y anteriores jornadas. Pongo tres en que no
escurre sangre. La última es de un niño con cicatrices que no se
borrarán.
Yo sé casi nada y acudo siempre a Robert Fisk, el mejor periodista del mundo, experto en Medio Oriente.
Dije
ya que mi país es solo superado en violencia por Siria, donde lxs
muertos duplican o más a lxs nuestrxs. Fue tras un ataque allí que Fisk
escribió: "Y, como de costumbre, serán los palestinos quienes sufrirán, con su tragedia totalmente olvidada en medio de esta locura".
Para
don Robert, a quien empecé a leer en 2001, durante la invasión a Irak
ordenada por un demente quizá más peligroso que Hitler, sin falta las
víctimas se cuentan una a una.
De momento no encuentro los reportajes que más me sacudieron. Va uno al azar, traducido como Dios dio a entender: "Abu
Hassan y
Malek Hammoud estaban preparando el almuerzo para los clientes en el
restaurante Nasser en el lado norte de la calle Abu Taleb. El misil que
los
mató aterrizó al lado de la calzada hacia el oeste, su explosión arrancó
la
parte delantera del café y cortó a los dos hombres -el primero, 48 años,
el segundo
solo 18- en pedazos. Un compañero de trabajo me guió a través de los
escombros. ´Esto es todo lo que queda de ellos ahora´, dijo, mostrando
ante mí
una sartén que goteaba sangre."
Sin
duda publicó algo sobre los niños de Cisjordania, que buscaré más
tarde. El hecho escueto es como cada uno de esos muchachitos y
muchachitas nos hielan la sangre.
Los hay por toda la tierra.
En
México se cuentan por miles, sufriendo otras penas (evito la de un
pequeño cuyo vientre fue cosido con mecate, tras extirparle órganos para
su venta).
|
Golpeado por polícias de la ciudad de México. |
Esta
nota repite mucho lo de anteriores. La inicié pensando en mis
tristezas. ¿Cómo referirme a ellas si el panorama general es trágico?
¿Aunque, cuándo los sufro, al afirmar dirigirme al primer día privado y
colectivo?
De
ser consecuente va el asunto y anoché usé horas reconstruyendo con la
Tic un momento sencillo y trascendente para los dos. ¿Cuántos morían o
eran vejados durante aquellas pocas horas en que asentábamos nuestro
futuro tras un simple acto de coquetería suyo? ¿Y mis batallas con una
ventana o los corajes por fotografías en las cuales me desagrado? ¿Por
qué es tan buena novela El amor, de Marguerite Duras, si trata el
conflicto de una pareja y la soledad cósmica, digamos, en Ella,
parisina, ilustrada, con recursos económicos, haciendo turismo?
¿El sistema administra el dolor y lo dosifica por estratos y regiones? Abu Hassan y
Malek Hammoud tenían un restaurante en Teherán y preparaban la comida para su clientela
y quizá uno de ellos sufría desamores y al otro sus pulmones no daban
para más y debía cambiar de vida o ambos recordaban noches inolvidables,
cuando el misil "quirúrgicamente" diseñado les cayó encima.
La
muerte cruenta, vil, artera, los trae diecisite años después a esta
ciudad, trece mil kilómetro lejos. ¿Necesitaban ese final para hacérseme
hermanos?
Reviso
entonces a esos mil trescientos seguidorxs del tuitcoso, que son
palestinos, sirios, turcos, sauditas, como si estirara la mano, rogando
por su mañana y pidiéndoles mirar hacía aquí, donde nos jugamos el
destino ahora.
Rosa
de Luxemburgo, lo dije ya también, creo, se culpaba a sí y a la
izquierda revoluciona europea en su totalidad, por el fracaso soviético:
Quedaron solos, no hicimos nuestra parte.
"Tras
la masacre en Gaza (...) ¿cuánto tiempo vamos a seguir simulando que
los palestinos no son personas?", escribe Fisk. ¿Y cuánto, preguntó yo,
sin una palabra por Honduras y El Salvador, los lugares más peligroso
del planeta gracias al imperialismo estaodunidense, y cuyos migrantes
pierden la vida en México como perros, tratados peor que los mexicanos
cuando cruzan nuestra frontera norte? ¿Y así otros y otras, donde sea?
-0-
Anoche
me sentí otra vez en un callejón sin salida. Cualquier simple conocido
se da cuenta. Por momentos tienen entonces la tentación de estimar cuán
poco resistiré y luego creen que soy muy útil y que queda mucho tiempo
hacia adelante para mí.
A veces despierto avergonzado, pensando No hago nada valioso, y los días suelen ser placenteros o emocionantes, con cierta frecuencia hasta lo extraordinario.
¿Hablar de eso cuando por millones encuentro referencias a niñas y niñas como los que sufren en las fotos? Soy el hombre a quien Fisk siguió para encontrar a Abu Hassan y
Malek Hammoud: un sobreviente cuya identidad debió reportarse también. ¿O solo la muerte me reconocerá?
SIGUE, CLARO.