jueves, 3 de noviembre de 2022

Terencio

En voz de Ricardo III, Shakespeare cantaría a la ruína irlandesa y torpemente sorprende a quienes lo estudían que respetara a Otelo, gobernador de Chipre para Venecia en contienda con el imperio otomano.
Esa isla sobre el Mar Nuestro, de la cuenca mediterránea toda, era por fuerza un laboratorio humano desde los comienzos civilizatorios -allí, entre nueve mil y diez mil quinientos años contando a partir de hoy. Hay una relación para mí imprecisa, entre su primera cultura y, ah, caray con los casualidades que no lo son en absoluto, la hoy Turquía. Luego se establecieron colonias fenicias, griegas, egipcias, mesopotámicas. ¿Don William se preocupó por tu historia genética, Otelo? Así te dibujaron más tarde

¿Un negro simbólico, pues, para la cristiandad latina que llamaba moro a cuantos habitaban el África musulmana -continúan las coincidencias, Inesperada, porque en rigor hablaríamos de ¡mauritanos! (vaya casualidad, ¿no?)?  
¿Ven?, mal que bien, dar palos de ciego sirve.